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NAVARRA EN LA OBRA DE EDUARDO MARQUINA y se ve, en los fondos, toda acurrucada, bajo el techal negro de rotos aleros, la silueta de una casuca arruinada, · donde· a prima noche, desde la majada, por zafarse al frío de la madrugada, bajan las ovejas con sus ovejeros. Al primer atisbo del. sol matutino azulean nieblas en el aire fino; el aire deshace sus masas tranquilas; toda luz acoge, todo son le llena, y se hace especioso; se tiñe y resuena de vapor de nieblas y rumor de esquilas. ( 653-654) El poeta no se cansa de mentar las esquilas, como si el recuerdo le reavivara el placer de su tintineo y del ambiente del descampado. Si hubiéramos de hacer una selección de los poemas más granados, no podríamos menospreciar aquellas liras que forman el canto «De una moza de aldea» ( 654-655): · Tú, que eres tan graciosa y audaz en tu talante montañero, no escapes ruborosa; antes ven al sendero, que te vea, al pasar, todo viajero. En su rostro de gracia se recoge todo el sentido de la aldea. Que estas claras ventanas en vano, tras de ti, se multiplican, y en vano estas campanas de tu iglesia repican · si en tu hermosura no se significan... Sueña el poeta peregrino con ·llegar a la posada y recibir ·de manos de 1~. moza uµ vaso de buen vino . [5] . De tu nombre sabría, de tu !=;aSa y rebaños' en. cl piado; mezquino hablar sería; pero todo avivado en el perfume del henil colmado. Fuera mía, un momento, la paz de estos contornos exquisita, 235
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