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74 Miguel Anxo Pena González oportunos para su protección y buen trato. Al mismo tiempo, su figura nos está hablando de la dificultad y el peligro de mantener posturas radicales ante el comportamiento de la Iglesia respecto al aconteci– miento americano en toda su magnitud. Francisco José de Jaca, siendo una figura singular, no deja de ser uno más de los innumerables misio– neros que optan por una actitud profética, de la que se evita hablar en muchos ambientes de pensamiento de nuestra sociedad. 9. El conocimiento práctico que el P. Jaca tiene de la trata, habiendo reco– rrido y acompañado la suerte de los infelices negros, le sitúa en una condición privilegiada para tomar una postura a la altura de los acon– tecimientos, sin dejarse influir por la sociedad hispana de las Indias, que tan fuertemente se situaba en contra de sus posturas. Este conoci– miento queda además avalado por los encarcelamientos, sufrimientos y vejaciones personales que debió sufrir hasta el final de sus días.

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