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52 Miguel Anxo Pena González 1. Fidelidad de vida, que no permite ocultar verdades ni sentimientos. 2. La gravedad del asunto 191 . Como puede verse en el Apéndice, la necesaria libertad de los esclavos es para él una constante en la que no cejará a lo largo de su vida 192 . Al mismo tiempo, parece bastante lógico que el capuchino no llegara a estar nunca en presencia del soberano, puesto que su vehemencia y capacidad de convenci– miento se hubieran manifestado de alguna manera en la correspondencia 193 . Por otra parte, detalle de ese calibre, hubiera quedado referido en alguna de las abundantes cartas que en esos años hacen mención de este asunto. Aun con la ausencia de un encuentro personal, esto no impidió que el misionero consi– guiera poner en conocimiento del rey su preocupación acerca de la esclavitud de los negros. No fue tampoco por la vía oficial como el capuchino consiguió sensibili– zar al monarca. Este hecho queda totalmente confirmado por la corresponden– cia y documentación referente a Francisco José de Jaca que se encuentra en el Archivo General de Indias 194 • El recurrir al confesor real era algo muy propio y característico de la época 195 y que aparece confirmado por la corresponden– cia de fray José de san Juan 196 , así como por un índice de papeles mandado hacer por el Consejo de Indias 197 • Con todo, la misma correspondencia nos habla de otros documentos que no ha sido posible encontrar, entre ellos resalta "un decreto original de su Magestad" 198 . Jaca y Moirans cuentan con el apoyo del dominico José de san Juan, residente en el Convento de santo Tomás de la Corte. El encuentro se veía favorecido porque el religioso era hermano de hábito de fr. Tomás Carbonen, obispo de Sigüenza y confesor real de Carlos II. Hubiera sido interesante conocer con detalle cuál es la documentación que llega a manos del rey, puesto que nos permitiría conocer con mayor exac– titud cuál fue su actitud personal. Jaca consigue hacer llegar los hechos hasta el monarca porque encuentra una corriente favorable a su postura y contraria a la esclavitud de los bozales. Con todo, no puede mantenerse una postura inge- 191 Cf. !bid., doc. 18. 192 Cf. lbid., docs. 5-7. 18. 114. 193 Así ocurre después del encuentro con el arzobispo de Sevilla. Cf. !bid., doc. 62. 194 Es claro que si dicha correspondencia hubiera llegado a manos de Carlos II, ésta iría acompañada de las resoluciones reales al respecto. Dicha documentación aparece gestionada por diversos oficios del Con– sejo de Indias y de Estado. Cf. !bid., <loes. 5. 7. 18. 156. Conviene también tener presente los docs. 23-25. 30. 32-38. 41-43. 45. 48-50. 54-58. 61. 70. 74-75. 79. 82-83. 86. 90-92. 95-96. 99-100. 132. 136-139. 141. 151-152. 195 La misma corresp?ndencia no ofrece ninguna duda acerca de la intervención del confesor real, más al contrario muestra que f~e él quien puso el asunto en conocimiento del rey. Cf. Ibid., docs. 27. 74-75. 120. 129. 196 Cf. !bid., doc. 27. 197 Cf. !bid., doc. 120. 198 !bid.

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