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24 Miguel Anxo Pena González san Francisco de la Observancia, que era el más grande de aquella villa 40 . Ante la demora del retorno, debido a que la flota no había llegado todavía, Jaca se dedica al ministerio de la predicación y la reconciliación. Enseguida su nom– bre comienza a ser conocido en toda la ciudad. La predicación y la confesión eran los medios más eficaces, al alcance del capuchino, para intentar hacer caer en la cuenta a todos los fieles de la ilicitud de la esclavitud de los negros. Más allá de ser un simple recurso, se trataba de una obligación de conciencia que para él no ofrecía duda. Por lo mismo, predicando una misión, el sacerdote no tendrá ninguna duda en afirmar: "Que los negros que se traen a vender y se tienen por esclavos, son libres y que están obligados los poseedores a darles luego y a sus hijos libertad y resti– tuirles lo servido, negando la absoluzión sacramental en las confessiones a los que no prometían darles luego la libertad, de que resultaba gravísimo escándalo, por la buena fee y justo título de los posidentes" 41 . Esto provocó desasosiego en los hacendados y peligro de revueltas entre la población de color. Así lo expresa el provisor de La Habana en carta al rey Carlos II: "de esta doctrina cobraban notable avilantez los esclavos llegándose a descomponer con sus amos y se temía alguna sublebazión por ser mayor el número que el de los libres y españoles, y de naturaleza obstinada y rebelde" 42 • Ejerciendo el ministerio de la predicación entablará contacto con el tam– bién capuchino Epifanio de Moirans, misionero en Cayena J que había desa– rrollado su trabajo a lo largo de toda la cuenca del Caribe 43 • Este era conducido nes de los capuchinos españoles, en ISIDORO DE VILLAPADIERNA (ed.), Miscellanea Melchor de Pobladura. /, pp. 279-311. 40 El vicario general hace referencia a su estancia en este convento cuando refiere que ellos revisaban las patentes y obediencias. Cf. Apéndice, docs. 15, f. lr; doc. 16, f. 142r; doc. 17, f. 422r. 41 Apéndice, doc. 15, f. lr 42 !bid. 43 Epifanio de Moirans nace en 1644 en Moirans, actual partido judicial del Jura, perteneciente al Franco Condado. Proviene de la familia de los Dunod. A la edad de 21 años, en 1665, ingresa en los capu– chinos, en el convento de Vesoul, que era la casa de noviciado de la provincia de Borgoña. Hombre activo y emprendedor vive la derrota progresiva del Franco Condado que pasará definitivamente a ser territorio fran– cés en 1678. En 1676, en compañía de Buenaventura de Courtray, se dirige a la misión de Cayena. Por encontrarse ésta bajo dominio holandés se ven obligados a regresar a Europa desembarcando en Lisboa. De allí se trasladan a Génova donde gracias a las negociaciones con Propaganda Fide, y debido a que la isla había sido recuperada por los franceses, consiguen llegar a la misión. En aquellas lejanas tierras se entrega a la tarea de adoctrinar a los naturales y negros. Su ministerio lo desarrolla a lo largo de toda la cuenca del Caribe sin tener en cuenta ningún tipo de fronteras. Encontrán– dose con un grupo de indígenas en la provincia de Cumaná es apresado, encarcelado y trincado con grille– tes por orden del gobernador, bajo indicación del prefecto de la misión por haberse introducido en aquel terri– torio sin ninguna licencia. El gobernador dispone enviarlo a España, temiéndose que fuera un espía francés. Su vida corre paralela a la de Jaca, hasta que se separan a mediados de 1683. En 1684 se encuentra nueva– mente con Francisco José de Jaca; ésta vez será en Roma. Epifanio obtiene un breve de Inocencia XI y regresa a su provincia, aunque en el ASV no hay constancia de la expedición de dicho breve. Muere en Tours, en el convento de san Nicolás, el 6 de enero de 1689, a los 46 años.

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