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Al mismo tiernpo, teniendo presente la finalidad del Ateneo, solo llevará a cabo las facultades de Artes y Teología, puesto que eran las más directamente conducentes a la forma– ción de los clérigos. Esa era la preocupación y, por lo mismo, cuando algunos se refieren históricamente a la Universidad de Baeza, hablan de ella como un Colegio de clérigos o un Semínario 2 H'. No tendrá tampoco ningún problema en recortar de la formación de los estudiantes de Baeza, otros elementos que, en el común de las universidades, eran considerados como especialmente importantes e irrenunciables. De manera particular, nos estarn.os refiriendo a sacrificar la formación retórica, que no estará presente en los primeros ai'íos de su proyecto, por lo que se intuye que es una opción suya, igual que lo había sido el no implantar una facultad de Cánones. principio estaba en una buena organización de fuerzas, de personal, de estudiantes y de contenidos que habían de asimilarse 217 . No cabe duda de que interpreta todos los momentos como oportunidades para la ensciianza de la vida, entendiendo que el aula necesita una prolongación permanente por medio de la vida cotidiana. El presbítero aparece como aquel que es capaz de curar las heridas, sin importar d(mde se lleva a cabo, ni a quién. Se trata de un corpus doctrinal irnhricado en el a día, que cuanto 1mis se entrega uno a más humano se muestra. Es decir, aquel que asmue una responsabilidad ha de hacerlo con amor y entrega, renunciando a sí mismo si fuera necesario. 21 fi Cf. V. m: LA FtENTt, Historia de las l 'niversidades, Colegios v demás estable– drnkntos de enseüauza en Espai'la, Madrid 18iH, 13, 217 Así se lo hace saber a D. Pedro Guerrero, recién nombrado arzobispo de Granada: «El remedio de los colegios consiste en terwr hu<'n rector y bue– nos colegiales, v por maravilla hay quien con verdad informe de quién es virtuoso. Parfrcrnc que vuestra seüoría debe tener muy particular cuidado dt· co11ocer los que hubien·, y aparéjese vuestra seiioría a sufrir importuna– ciones soln•p admitir indignos, y aun a s11frir odios y blasfemias». Íd., «Carta l 77. A D. Pedro Guerrero, electo arzobispo de Cranada. Montilla, 2-4-1547», en Obras completas o.e. IV. 589. 140

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