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con tan poco fruto de los parroquianos como se sigue de los otros que no tienen ciencia,, 202 • Si tuviéramos que identificar el modelo de formación del clero, a partir de un concepto, no tenemos duda que este sería el de experiencia. Puesto que, de manera transversal, reco– rre todo el proyecto que va configurando al santo Maestro. Aunque atañe directamente a la manera de asimilar unos contenidos y de relacionarse con la realidad, en la que se des– empeñará el ministerio apostólico. Constatamos, al mismo tiempo, la existencia de un previo que resulta fundamental, y que abiertamente no estaba tan presente en otros centros educativos. Se trataba de la experiencia profunda del encuen– tro con Dios, de tal suerte que los clérigos pudieran soste– nerse a partir de esa experiencia personal cotidiana que lo acompañaría, día tras día, sin importar dónde se encontrase o cuál fuera su ministerio. Por lo mismo, el educar a los niúos y jóvenes en una piedad cuidada y exigente, al tiempo que cultivar y fortalecer en ellos la práctica de los sacramentos y, de manera especial, la devoción al Santísimo Sacramento era una seguridad y una manera de al~jarse de fórmulas hetero– doxas2wi_ Se intuye la convicción de que el clérigo también está llamado a cuidar de su mundo interior, no considerando que, por el hecho de lo que es y representa, ya no necesita asirse a nada. La presencia del Espíritu en él no puede ser solo algo fruto o consecuencia del ministerio ordenado, sino que ha de ser cultivado pacientemente por medio de la oración y escucha atenta de la Palabra de Dios. Alguien cuyo camino es el ministerio sacerdotal ha de recorrer una formación espe– cífica, atenta y cuidada que responda a ese fin. Lo expresará con gran claridad: 202 Íd., «Tratado sobre el sacerdocio», en Obras completas o.e. I, 943, §. 42. 20g «.,. hasejuntado en la Iglesia, con la culpa de los negligentes pastores, el engaño de los falsos profetas, que son falsos enseñadores; algunos de los cuales, según parece en el discurso de la Iglesia, han inventado errores con– tra la fe, en los cuales compete del todo este nombre de falsos profetas; y otros, aunque no han hecho esto, no han enseilado al pueblo cristiano la doctrina sólida y provechosa que había menester, sino cada uno según él lo sentía y según s;1s antojos». Íd., ,,Causas y remedios de las hen'.jías», en Obras romjlletas o.e. II, 533, §. 12. 135

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