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Es evidente que el cambio no puede venir exclusivamente de una transformación en aquellos que tienen la capacidad de decisión y gobierno, sino que a dicho fin habían de con– tribuir los que conformaban el entramado social, tanto civil como eclesiástico 176 • La educación podría, por lo mismo, con– siderarse como un medio para paliar la pobreza y construir el cambio social, lo que él expresa afirmando que «la educa– ción es ayuda para la virtud de vida» 177 • Si la educación es un medio para alcanzar la integridad en la organización social, será necesario que esta vaya dirigida y orientada, según las necesidades concretas, a las que debe responder la sociedad. Precisamente por ello, el Maestro Ávila se referirá también a contextos sociales que requieren una atención peculiar, como es el caso de la educación de las niúas que no cuentan con recursos y corren el riesgo de verse arrqjadas a la calle, por lo que propone «recogerlas en alguna casa con alguna buena maestra, según se dijo de los niúos, y sacarlas de allí cuando fuese tiempo para ponerlas con amas o enseñarles oficios con que se mantuviesen» 178 • De esta manera, las primeras letras han de ser completadas posteriormente con el aprendizaje de un oficio, pero incluso cuando ya se cuente con él, será preciso encontrar fórmulas que ayuden a una formación más completa del individuo. A este fin propondrá las escuelas nocturnas, para aquellos que, en razón del trabajo, carecen del tiempo necesario. De éstos dirá que, «como ya han cumplido con los trab~jos del día, vienen desocupados y con buena gracia algunos a aprender a leer y escribir, y con aquel cebo reciben bien la doctrina; y otros, por el buen gusto que hallan en ella» 179 • Nuevamente pone de manifiesto que la fe -en forma de doctrina cristiana- queda totalmente imbricada en. esa com- 176 «, •• por tocar al bien de la república, incumbe al rey o seüores temporales, a cuya conciencia conviene a limpiar la tierra de malos hombres, los cuales se hacen de malos muchachos; y, por ser cristianos, y miserables, y huérfa– nos, pertenece su remedio a la Iglesia; y, por tanto, se debe encargar con eficacia a ambos brazos para que ambos la sustenten. Y hace mucho al caso, para entender en ella, haberse experimentado en algunas partes, y haberse seguido mucho fructo de ella». Íd., «Causas y remedios de las herejías», en lbíd., 582, §. 55. 177 lbíd., 581, §. 55. 178 lbíd., 583, §. 56. 179 lbíd., 586, §. 59. 124

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