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sus personas. Frente a esta situación, que generaba todo un mundo de picaresca, él propondrá la búsqueda de un oficio: «El holgar es cosa muy usada en España, y el usar ofi– cio muy desestimada; y muchos quieren más mantenerse de tener tablero de juego en su casa, o de cosa semejante, que de usar un oficio honesto. Porque dicen que por esto pierden el privilegio de la hidalguía y no por lo otro. Y yo no alcanzo la razón de esta ley. San josefjue carpin– tero (ej. Mt 13,55); y no estaría mal a quien no tiene de comer por vía lícita aprender un oficio y usarlo en su casa, pues, por muy alto que sea, no será tanto como san Josef ni como Jesucristo nuestro Señor, que también ayudaba al oficio a su Ayo» 172 • Resulta sugerente comprobar cómo lo primero que hace el Maestro Ávila es referir la realidad que está viendo cons– tantemente, donde pone de manifiesto que la gente vive de los títulos y que esto es lo mismo que el holgar. La llamada a desarrollar un oficio determinado la propone en las adver– tencias necesarias al rey, sobreentendiéndose que se trata de una preocupación de organización social, de igual forma que otras preocupaciones prácticas y corrientes. Posiblemente, debido a su carácter judeoconverso, así como de la relación con ese entramado social, comprende que el trabajo es una necesidad y un bien para el individuo, pues no es bueno que este no tenga unas claras y precisas obligaciones que le ayuda– sen a asumir responsabilidades. Se trataba de dar forma a un proceso educativo, por lo que no bastaba solo una preocupación por la doctrina o las letras, sino también una exhortación a aquellos que tenían una res– ponsabilidad social, extendiendo así esta inquietud también a los padres y señores de los niños, acerca de la obligación que tenían de educarlos o enviarles donde esto se pudiera llevar a efecto. Su magisterio -afirmamos nuevamente- toma así un cariz vivo, que responde a una realidad y a unas preocu– paciones sociales concretas. Precisamente por ello refiere un 172 S.JUAN DE ÁVILA, «Advertencias necesarias para los reyes», en Obras completas o.e. II, 638, §. 16. 122

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