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entorno donde era característica la falta de disciplina y de moral. Resulta especialmente interesante que, antes de dar el paso al pronunciamiento abierto por medio de la oratoria como los predicadores de su tiempo, muestra un convencimiento diverso del apostolado, sustentado por medio del ejemplo y del testimonio de vida personal1 57 • A ello debió ayudar el modelo formativo implantando en la Universidad de Alcalá, y que él tiene la oportunidad de experimentar directamente en sus años de estudiante. Ávila proyecta un modelo de cristianismo culto, que tiene muy presente la necesidad de hacer comprensible un men– saje para todos, desde el convencimiento de que todos están llamados a vivir esa vida eterna de Dios. Para ello no es sufi– ciente con el recurso a la clásica teología escolástica, si no que se impone la necesidad de hacer un discurso más verosímil, no tan directamente dependiente de las categorías filosóficas, que tan difíciles resultarían para la transmisión al pueblo. Como ya ocurriera con otros autores del Renacimiento, espe– cialmente vinculados con el Humanismo, el acento se pondrá en el cristianismo de los orígenes, la Iglesia primitiva, que se propone especialmente como modelo, para aquellos lugares donde el cristianismo se encuentra en expansión y la socie– dad considera que todavía se vive en un estado de natura– leza158. Se ve ya claro que no es suficiente con repetir lo que se había venido haciendo; hacen falta nuevas fórmulas y, lo que es más importante, encontrar paradigmas que permitan identificar y mirar a lo esencial. Con todo, su reclamación resulta elocuente: «Y lo mucho hay que sentir y doler en este negocio es que, aunque la vida de los cristianos fuera tan miserable como se ha dicho, mas si los predicadores, a los cuales san Pablo 157 En este sentido, no se puede olvidar que él optará siempre por una predi– cación sencilla y comprensible para todos, que vaya a la esencia del mensaje cristiano, dejando los adornos retóricos, para otras preocupaciones. 158 Esa misma idea, de jJrimitiva iglRsia la utiliza el biógrafo de San Juan de Ribera, al referirse al santo Maestro, a partir de un cronista anónimo de Cór– doba: «Hizo en Extremadura infinidad de beatas; juntáronse gran cantidad de discípulos; finalmente parecía una primitiva iglesia... ». R. ROBRES LLUCH, San juan de Ribera. Patriarca de Antioquía, arzobispo, Virrey y Capitán general de ValRncia 1532-1611. Humanismo y eclosión mística, Valencia: Edicep, 2002, 117. 116

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