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yecto educativo en los márgenes, tanto en los de la realidad de los reinos peninsulares, como todavía más si se contempla desde los lugares donde surgen y se desarrollan los nuevos problemas e ideas, en Europa. Si para las ciudades con posibles económicos la educación era vista como una oportunidad y una proyección de su pro– pio sentido sociopolítico, al mismo tiempo estaban los pro– yectos eclesiales, como el llevado a cabo por fray Hernando de Talavera y sus sucesores en la sede de Granada, donde pre– tendían armonizar una educación general, con las primeras letras, desde proyectos abiertamente identificados desde la doctrina cristiana. En el fondo, se trataba de una vuelta a los orígenes, a los de la vida cristiana. En este sentido, no se puede olvidar que el proyecto original del Maestro Ávila había sido pasar a la Nueva España y a la evangelización de los naturales como misionero apostólico. Algo que estará en la cabeza de un número significativo de hombres de su tiempo, que verán una oportunidad frente a un mundo que consideran ya per– dido. Las Indias Occidentales se encontraban más allá de los márgenes de los acontecimientos que tenían lugar en Europa, pero, al mismo tiempo, estaban más próximos que las tierras andaluzas, especialmente por la preocupación y correspon– dencia de los misioneros, que proyectaban los problemas y necesidades que se estaban viviendo en aquellas tierras. La puesta en marcha de su proyecto educativo tiene lugar en 1538, en la ciudad de Granada, donde se le había invi– tado a predicar la bula de Cruzada. El detalle es revelador, puesto que evidencia que ya gozaba de un significativo reco– nocimiento público. La propia tarea de la predicación y direc– ción de conciencias habían ayudado a sostener esa mirada atenta por responder a cualesquiera necesidades sociales, que solo podían cubrirse desde una educación integral, donde o malo, sino míranle no más questo: si tiene buen cornm vobis, como dizen, para parecer entre señores, y si es de linaje. Y assí otras cosas de que al pobre mochacho se le puede seguir muy poco provecho yse le siguen a ratos muy muchos daños, y, así como en la tierna edad se embeben los tales en costumbres mundanas, por maravilla después las pueden desechar de sí, y, como esto cae en los principales a quien todos tienen por dechado, a la mi fe vanse todos por aquel camino. Pues ya vos veys, si esto se remediasse, quán gran parte de bien sería en la christiandad». J. L. VIVES, Diálogo de doctrina christiana, Madrid: BAC, 2009, 489-490. 109

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