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M!GUEL-ANXO PENA GONZÁLEZ • 115 Conclusiones De form,a sumaria, obtenemos los siguientes resultados: l. En razón de lo que hemos ido describiendo, se puede entender que, a finales del siglo xvrn, se producía una recuperación del pen– samiento clásico hispánico, pero que tenía dos interpretaciones diametralmente opuestas. Por una parte, la ofi.cialista, con el recurso a los autores seguros y que podían ser leídos en clave regalista, como era el caso de Melchor Cano. Por otra parte, la de los indepen– dentistas, que utilizaban a los teólogos y juristas más sobresalientes de la Escuela de Salamanca, y que habían sentado las bases de lo que podíamos definir como pensamiento hispánico, entendiendo por tal aquel que podía ser interpretado de una manera más vital, haciendo referencia a lo filosófico, teológico, jurídico y político. Así, estos autores hispanoamericanos tenían una tendencia ilustrada, pero que, en su caso, no era óbice para que fuera también humanista, por lo que se identificarán con las ideas de Francisco de Vitoria, Martín de Azpilcueta o Bartolomé de Las Casas, pero sin renunciar a las de los jesuitas Francisco Suárez y Juan de Mariana, que eran los que habían sembrado esa particular conciencia en la sociedad. 2. Por otra parte, si hemos afirmado que los jesuitas fueron el grupo más representativo del pensamiento social, es lógico que, al margen de las múltiples polémicas, su ausencia tuviera no sólo unas conse– cuencias favorables para el despotismo ilustrado de Carlos III, sino también unos resultados nefastos para la sociedad hispanoameri– cana, que se veía privada de aquellos que les habían mantenido vinculados no sólo a lo que ocurría y se estudiaba en España, sino a todo el contexto europeo del momento. Por este motivo, los mis– mos intelectuales hispanoamericanos buscarán otros espacios de expresión cultural, entre los que sobresalen los ilustrados franceses y los nacientes liberalismos, que tienen ya una lectura distante de la fe católica. Por lo mismo, desde España se hacía uso de aquellos autores del pensamiento hispánico, que eran anteriores a la hege– monía jesuítica. 3. Llama la atención que, en Hispanoamérica, a diferencia de lo que ocurría en la Península no se presta casi atención a aquellos autores

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