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M!GUEL-ANXO PENA GONZÁLEZ • 85 rectamente de Dios, no era lo mismo que el absolutismo secularizado, conocido como despotismoilustrado; que juzgaba dicho absolutismo como un hecho histórico, ligado a grupos privilegiados que ostentaban el poder. Este absolutismo sacro cultivó siempre una extremada veneración hacia el rey de España. Así, Antonio Ballesteros y Beretta afirma que los prelados de América eran acérrimos realistas, pero múltiples testi– monios atestiguan que el clero bajo y las órdenes religiosas, en especial los misioneros, también manifestaban, en general; profunda sumisión a la realeza. El alto clero fundaba su veneración a 1a persona del sobe– rano en el supuesto derecho divino de éste, tal como Bossuetlo formu– lara; mientras que el cleropopular sentía veneración por su rey porque, como mandatario del pueblo, había realizado una gran misión históri– ca, siendo un agente primario y singular del sentido religioso de toda la Hispanidad. 21 Teniendo además en cuenta que; tanto los virreyes como la mayoría de los .funcionarios de Indias habían nacido en España, y que esta po– lítica era muy del. desagrado de los criollos, que se sentían por ello inclinados a la independencia, es lógico que en los movimientos·sece– sionistas los funcionarios .venidos de España 'estuvieran determinados por la ideología ambiental absolutista; donde los clérigos eran simpa– tizantes del absolutismo sacro, mientras que los burócratas lo eran del despotismo ilustrado. Este absolutismo sacro se mostró más vigoroso en aquellos prela– dos que iban a América como obispos consagrados. Esto explica que los prelados fueran, en general, poco favorables a los movimientos secesionistas y que aconsejaran la sumisión devota al rey. Es lo que sucedió con el obispo de Córdoba (Tucumán), José Antonio de San Alberto [José Campos Julián], que luego llegó a ser arzobispo de La Plata (Bolivia); Este carmelita descalzo, residente en España; fue nom– brado a los 51 años obispo por Carlos III. Antes de su partida de Ma– drid, publica una carta pastoral, dirigida a sus fieles -aunque todavía fueran desconocidos para él-, en la que ya muestra su ferviente acti- 21 En este sentido, no se puede olvidar que Bossuet había sido traducido por Joaquín.Lorenzo Villariueva quien además publicará Catecismo del Estado, según los principios de la reÍigión, Madrid, en la Imprenta Real, 1793. ·

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