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P. Fernando de Mendoza 7 De oficios manuales ejercían los de zapatero, sastre, tinto– rero, tornero, peletero y parecidos. ¿ Cultivaban la tierra? -De ,ordinario no. Y si es verdad que algunos judíos tenían viñas, no ,se sabe que ellos las cuidasen. Los moros de Navarra en cambio mostraban gran afición a la tierra, que como madre, un poco madrastra a veces, los alimentaba con sabrosos frutos, y gusta– ban de las artes de la construcción y de la f ab;ricación de armas. En las grandes obras que se hicieron en el castillo de Tudela 'ha– cia 1389 trabajaban mezclados, sobre todo en la carpintería, cristianos, moros y judíos. Los yeseros solían ser moros. Lo par- . ticular es que para las operaciones auxiliares -pasarse las te– jas, servir el mortero, desescombrar y parecidas- con las mu– jeres cristianas alternaban otras judías en número de 8, 10 y 11. Las madera.s bajaban por agua en barcas y pontones. Lo demás .se transportaba al pie de la obra en asnos, carros y parrillas. En las obras de Olite eran judíos los que cosieron los alma– draques de la cámara del rey. Al costurero Nicos, judío de Pam– plona se le encarga la ropa de la madre, capellán, donceles, no– driza y nodrizón del bastardo Lancelot. Trescientos veinte días estuvo en Torres Salomón Alborge, judío de Pamplona, reparan– do las tiendas del rey, y cobraba tan sólo 4 sueldos por día, co– mo el que .cosía las cubiertas para el jardín, los de Olite que aca– bamos de citar y las mujeres que trabajaban de peones de alba– ñilería, mientras ganaban doble mazoneros y carpinteros. Me– nos aun cobraban los cuatro judíos que en Diciembre de 1402 cosían «de las diez horas hasta la noche», diez sueldos entre todos. -Pero de todo esto más pormenoreg después .... Un tal Jo– nás, judío de Estella, tornero, hizo para el rey en 1402 «ciertos juegos dacedrex» que le valieron cuatro l. (1). -Era natural que el rey no pudiendo cazar ni andar gran cosa por la enferme– dad de la pierna distrajese sus ocios forzados jugando al aje– drez (2). Una diferencia grande existía entre moros y judíos: la fal- ta de previsión en los primeros, contentos con vivir el día al día, el ten con ten en los gastos entre los segundos, previsores, cui– dadosos de un mañana no siempre seguro, en continuo tacto de codos con los suyos, melífluos con los que les rodean, vendiendo sonrisas o dinero a los poderosos y mirando a la rosa de los vien-

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