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P. Fernando de Mendoza 5 valerse de los suyos y de los no suyos, hacen sudar al dinero y a lo que con dinero se obtiene, y día tras día van así engrosando su caudal, como la planta de trigo que empieza rompiendo los terrones que la cubren, y merced· al sol y al agua, sube, se f orti– fica, forma sus espigas y las rellena. la mayoría ni acierta, ni tiene medios de empezar, ni quiere querer, porque cuesta y no está para desarrollar un esfuerzo constante. El permanecer encerrados voluntariamente o a la fuerza en sus muros les da una independencia muy oportuna para comerciar, si no siempre, sí en general, ·dadas las relaciones que tenían con los de fuera y el observaban en sus verdaderos ne- gocios. ¿ En Estella reglamento dirigía sus entradas y sali- das, horas de cierre y apertura de las puertas? No hallo sobre esto cosa cierta, ni creo que con ellos se tuviese el rigor estable– cido en Vitoria (pongo por caso '"""''"'"'-''ª cercana), dondé to– do estaba codificado con severas penas. En 1344 se prohibió en general a todos los judíos de Navar:ra que trabajasen o vendie– sen carnes ciertos días- solemnes y festivos, ni miércoles, jueves y viernes santo, en sitios públicos o a la puerta de su.s casas, fuera de las juderías cerradas. No tenían verdadero cierre las aljamas de Pamplona, O li– te, Sangüesa y otras. Sí la de Tudela, con la circunstancia extra– ña de que Sancho el Sabio señaló a los judíos el castillo para su habitación y custodia, reservándose únicamente la torre mayor. En la aljama de Olite, un tanto separada del pueblo, estaban-las habitaciones de los nietos del rey. La de Sangüesa por orden de Teobaldo II hubo de ceder su sinagoga para la iglesia de los do- - minicos. En Pamplona había un núcleo de judíos en el barrio de la Navarrería: los demás vivían en la Tejería y cerca del huer– to de los c.'.lnónigos. Tenían más de una sinagoga. Los de La– guardia (villa en otro tiempo de Navarra) estaban localizados en el barrio de Yuso San Juan, principalmente, donde radica– ban las dos sinagogas, vieja y nueva. En otras partes donde p0- dían o les convenía. Pero raramente se les ve aislados. Por ejem– plo, Juan Lucas, argentero de Estella, que simultaneaba su pro~ fesión con la venta de vino, vivía en 1366, no en iza aljama como los demás judíos, sino en la rua de Tiendas. En Larraga arras– traba sus días por el mismo tiempo otro judío aislado, Leonet'. .En Sqmaniego, aldea entonces de Laguardia, hizo su nido ·una'

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