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Con los judíos de Estella I.-LOS JUDIOS EN ESTELLA J ACOB, un judío procedente de Medina del Campo, de Burgos, acaso de Barcelona, apareció cierto día en Estella. Por sus barbas y vestido despertó la curiosidad de todos, mas él seguía su paso, sin preocuparse en apariencia de nada, corno hombre hecho al trato de gentes de toda clase en diversidad de países. Vendió unas telas que en la mula llevaba, y volvió con visible alegría a su procedencia, después de tomar el pulso al rudimen– tario mercado estellés. Y cierto ya de que en el Ega. había pesca repitió viaje poco después, alquiló una casita al final del barrio de San Pedro, y se instaló allí con su mujer y un .hijo de 17 años, dejando ,con un tfo a otro de 20 que en el estudio y afición a la medicina parecía concentrar toda su atención y gusto. La mu– jer de Jacob que era discreta y sabía sonreír a tiempo, ordenó y alegró la pequeña casa, examinó bien las cerraduras y las ven– tanas, llevó a cabo algunas compras y se permitía de cuando en cuando, haciendo coro al gorjeo de los pájaros, entonar a media voz un cántico que por la melodía parecía religioso. Antes de mucho tiempo tres o cuatro familias de parecido pelaje se hicieron sitio por aquellos alrededores. Hablaban las gentes del grano que le había salido a Estella, mas los judíos seguían su vida, sin ruido, sin molestar a nadie, atentos con todos y en apariencia desentendiéndose de lo que les rodeaba. Sólo en apariencia, pues el judío, observador y desconfiado, sue- · le estudiar los detalles desde su rincón bien elegido. La aljama de Estella entra en la historia con la donación de Olgacena, que dominaba a la iglesia del Santo Sepulcro, aca– so ya en funciones de hospital, como consta lo fué después. No dice el rey por qué desposeyó de ella a los judíos en favor de la población. ¿Fué a petición de las autoridades? ¿ Qué inconvenien-' tes podrían seguirse de permanecer en manos de los judíos? ¿ Obtuvieron éstos alguna compensación? La donación del rey

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