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. . J>UedeA pot detérminai)fones 1 propiis d~ str voiu~tad( eia))o!árse mejo/ · ;su.erte que la'aleanzada" por las,,ohras buenasr~alizadas _ én estem~ndo. ·-· __ Las i:lea.s generales_ escatológicas de los primer()$ tiempos neotesta– mentarios no dan cahid~.a este concepto de eOnversión o _mejoramient.o ,de.<;pués de la muerte. El estado ie las almas en la otra vida, como hemos visto a,L hablar de la .literatura apócrifa, es considerado como un lugar provisional de espera. Los justos descansan, duermen, son ,custodiacios en sus receptáculos para el día de la resurrección que ha , ,de. realizarse al fin de 1os tiempos. Los impíos a su vez son atormen- . tados :esperando el día del j~icio final que ratificará solemnemente su <l,ondenación eterna, Estas ideas_ de descanso y .de sueño de los justos no se co:rn.paginan eon la posibilidad. de un\desarrollo moral y religioso, ,con la adquisición de nuevas virtudes y méritos ; ní en este tiempo ~xiste la más remota alusión que -dé pie para suponer un ·cambio de voluntad en los impíos cofldenados a la, gehenna. La suerte dé unos y otros se supone definitiva y ya inmutablemente determinada. Ha habido autores protestantes que han pre.tendido que el Nuevo 'Testame_nto daba margen a es11, idea de conversión ultrate:r:rena. Ni e'n los· evangelios ni en los escritos apostólicos se. plantea la· cuestión; y por lo tanto, ni se rechaza ni se admite explícitamente. Pero el am– biente es~atológico en que se encuadran los 'evangelios supone qµé Jesús se acomodó a las opiniones corrientes de entonces y no las quiso superar. Eri la parábola del rico Epulón enseña que los impíos en se- - guida de la muerte Van al lugar de tormentos (Le. +16, 19-30) donde . Aguardarán el juicio final. Con esto no hay lugar a .penitencia. La oración por los muertos cuya práctica en tiempos del _Señor damos por probable una vez conocido el caso de Judás M~cabeo• (2 Mac. · 12, 40~4.6), te~dría por fin lo mismo que allí: es decir, hacer a los difuntos dignos de la. resurrección futura. Tal ·oración supone que los muertos ~e encuentran en una situación de impotencia, que 1no pueden valerse por sí mismos y necesitan ayuda de parte de 'los vivos, Nunca se piensa en un -cambio debido al libré albedrío y a determinación propia de la 1voluntad; el cambfo viene de la gracia de Dios que perdona a \os·que no pueden sino portarse ,pasivamente con ella. . ·, En lo~ escritos apostólicos hay alusiones (según parece) a prácticas en favor de los muertos como la oración y el bautismo (II 'l'irn. i, 16 s:; I Cor. 15, 29). Pero dado caso que así sea (que no es del todo cierto), no hay necesidaq. de éntender en ellas una conversión _ propia del di– funto. Más adelante estudiaremos especialmente esos dos textos. No, , es de este lugar el hacer la exégesis del discutidísim() texto de 1 Petr. 3, 19 de. :a bajada de Cristo a los infiernos. En contra de quienes lo [231

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