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VIDAL PÉREZ DE VILLARREAL han ido apareciendo a lo largo de los folios testamentarios y sobre todo del in– ventario de la Almoneda. Terminada la redacción de estas páginas, hice una visita a la Villa de Betelu y con la venia de don Norberto Iturralde, su párroco, pude examinar el edificio del templo parroquial dedicado a San Pedro Apóstol. Al pie de la espadaña del templo (fotogrefía 1. 0 ) se halla el caserón de los Le– zaeta, con tejado a cuatro aguas y un acogedor BAR, apodado «el caserío», en su parte baja; su fachada está blasonada, pero con el escudo de armas general de la Villa, consistente en cinco panelas u hojas de álamo simétricamente colocadas; el escudo lleva una orla enguirnaldada y el yelmo ·y la ornamentación exterior per– tenecen totalmente a la época del barroco (fotogrefía 2. 0 ). Este escudo con sus correspondientes panelas, sin yelmo ni lambrequines, se halla también en la puerta de madera de entrada al templo parroquial, en el que se puede admirar una portada en piedra blanca de un precioso románico de transición, sobriamente adornada (fotogrefía 3. 0 ). Muchas veces la habría atrave– sado don Blas en aquellos lejanos días de su vida y muchas veces también habría elevado su oración a María ante el altar de nuestra señora del Sagrario, con su talla del siglo XIII. No se conserva en cambio ninguna capilla especial dedicada a San Blas, ni recuerdo de fundación testamentaria alguna, pero en la sacristía pude estudiar una pequeña talla de unos 20 cm. de altura, representando al santo Obispo de quien fuera tan devoto nuestro Inquisidor, realizada en madera policromada; se trata indudablemente de restos de la antigua capilla de San Blas (fotogrefía 4. 0 ). La familia de la casa Albirena cultiva el recuerdo de sus antecesores, pero no conserva ningún documento gráfico que pudiera completar estas páginas, por lo que las doy por terminadas. 58 [22]

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