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PUBLICACIONES Verdadero "trabajo de campo" de larga duración, con planes meti– culosamente preparados y una con– tinuidad de trabajo que ni contaba con las inclemencias del tiempo. Así es cómo el Sr. Sorondo ha podido presentarnos ese altísimo número de tan valiosos _ejemplares: 157 es– telas. En la segunda parte aborda el Sr. A. A. Sorondo el problema de su catalogación y encuadramiento en la geografía y en el tipo de orna- mentación; aquí comienza a brillar el antropólogo que, con precisas re– ferencias, nos va dando una idea estadística de multitud de visiones diferentes de ese grupo tan llamati– vo de cefea de 160 estelas discoi– deas procedentes de ambos Valles. Al final de esta segunda parte presenta el autor unos sabrosos co– mentarios sobre la ornamentación y emplazamiento de las estelas o hi– tos funerarios, terminando con unas consideraciones sobre las estelas de cementerio y de camino, subrayan– do el origen de las primeras y la gran diferencia existente entre éstas y las últimas respecto de su posible fechado (en algunos casos fechado determinado y concreto); las prime– ras son fundamentalmente medie– vales y las otras abarcan incluso épocas próximas a nuestro siglo. Su EPÍLOGO es de reflexión contemplativa, silenciosa y elocuen– te: ¿mito?; ¿símbolo?; ¿signo?; ¿metáfora? El mito no es una expli– cación falsa mediante imágenes y fábulas, sino un relato tradicional sobre hechos ocurridos en tiempos pasados, cuyo fin es dar una base a las prácticas rituales de los hombres a quienes se dirige, y regular las formas de obrar y de pensar dentro del mundo en que hoy viven. Y estos monumentos tienen de todo, hasta un altísimo lirismo poé– tico en la mayor parte de los casos 480 (en las estelas historiadas, pura poe– sía épica llena de vida), porque como decía Ortega, "la poesía es metáfora y la ciencia usa de ella nada más", y añadía: "más también nada menos". La verdadera poesía, además de producir accidentalmente una emo– ción estética por el camino de la belleza o el del horror, lo que esen– cialmente ofrece es un peculiar modo de acceder a la realidad y penetrar mentalmente en ella, máxi– me tratándose de una realidad mí– tica, medieval y en nuestro caso ibé– rica. Reflexionando con Laín Entral– go, observo que para la mente hu– mana, "lo cierto será siempre penúl– timo, y lo último será siempre in– cierto"; por esto el autor termina su amplísimo trabajo con una since– ra oferta al lector; (por cierto cada vez es mayor el número de estudio– sos capaces de seguir estos temas de refinada antropología cultural): "decide aportar un nuevo grano a esta fantástica empresa... "; "de todo ello sabemos muy poco pero iintuí– mos tantas cosas que... ", quedamos inmersos en el misterio!, añado yo. Si de estas densas y cumplidas páginas hemos podido gozar en la primavera de este año de 1993, poco después de la reunión familiar tan rica en aportaciones que tuvi– mos en Soria, ha aparecido de for– ma inesperada otra larga serie de páginas sobre este mismo tema, en CEEN de la Institución Príncipe de Viana de Navarra, en enero-ju– nio de 1993: La colección de Estelas Discoideas del Museo de Navarra, de M." Inés Tabar. iEsperada y ansia– da publicación, como pocas! Aquí se aportan granitos de arena a la obra de Antxon Aguirre, pero de arena de oro puro, señalando unas cuantas estelas recogidas en el Mu– seo de Navarra y procedentes de [14]

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