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PUBLICACIONES Los componentes de las Cen– deas tenían que rendir cuentas y armas dos o tres veces al año a los obispos o monjes de quienes depen– dían (Catedral y Monasterios) y en caso de necesidad, al Rey, y los ha– bitantes de los Valles a sus Alcaldes o "Capitanes a Guerra", de quienes dependía directamente la defensa de su región, siempre también a dis– posición del Rey en caso de necesi– dad. Los Valles solían estar situados en la frontera con otros reinos o regiones. Hasta el siglo XV estuvo dividi– do el reino de Navarra en cinco amplías zonas o "merindades": La Montaña (Pamplona), Sangüesa, Estella, Tudela y Ultrapuertos; a partir de 1407 se añadió la de Oli– te. La máxima autoridad era el "Merino", delegado por el Rey con plenos poderes: militar, fiscal y coercitivo. De aquí su nombre: "merínías o merindades". Tras las Cortes de Cádiz que suprimió di– chos organismos, y la posterior reac– ción absolutista, se formaron en 1835 las Audiencias Territoriales, haciendo de las Merindades Parti– dos Judiciales: Pamplona, Estella, Aoiz, Tafalla y Tudela. La Merindad de Ultrapuertos quedó incluida des– de el siglo XVI en la nación france– sa, continuando siempre sus relacio– nes cordiales con su antiguo Reino. Dos de estos valles, Yerri y Gue– sálaz, de la Merindad de Estella, han sido escogidos por Antxon Aguirre para su estudio realizado verdaderamente "a fondo", cuidan– do de todos los detalles propios de un "trabajo de campo": examen vi– sual, conversación con sus poblado– res no importando la edad y condi– ción, recogida de sus tradiciones, visita a archivos parroquiales, ins– pección obligada de los antiguos ce– menterios y revisión de las cruces de caminos e hitos señalizadores de [13] muertes violentas o naturales en pleno campo; nada ha dejado en el olvido el etnógrafo Sr. Aguirre So– rondo. - ¿Fuiste siempre bien recibi– do? - Mejor de lo esperado en to– dos los rincones de Navarra y todos se prestaban a contar cuanto sobre la descripción que yo les hada de las estelas, sabían y poco a poco recordaban, dándose casos de vol– ver en busca del investigador para poner en sus manos recuerdos de sus abuelos de los que en el primer momento no habían podido infor– marme. Conozo personalmente bastante bien las características de estos "tra– bajos de campo" y puedo asegurar que, presentándonos con naturali– dad, sencillez, verdad y sinceridad, todo es amable entrega por parte de los habitantes de estos Valles y Cendeas de Navarra. Se hace a la vez una magnífica labor de orienta– ción educativa, haciéndoles ver el valor de estos monumentos que pertenecen al patrimonio histórico del pueblo y deben protegerse de manos desaprensivas que con fre– cuencia han hecho desaparecer los mejores ejemplares, sin dejar cons– tancia ni de su presencia en el pue– blo, ni de su localización actual. Dedica el autor la primera par– te de su obra, la más amplia, a la descripción de todas las estelas dis– coideas de que ha podido tener no– ticia, sea por inspección directa (la mayor parte), sea por referencia de su existencia e incluso descripción memorística de su ornamentación, (hoy desaparecidas), sea por haber sido estudiadas y descritas en otras publicaciones; y no deja estela sin la noble referencia al autor o auto– res que la describieron, ni nombre ni edad de los informantes. 479

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