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PUBLICACIONES Antxon Aguirre Serondo Pedro Argandoña Ochandorena LAS ESTELAS DEL ANTIGUO VALLE DE DIERRI (NAVARRA) La religión es el sistema de creencias, prácticas y valores filosó– ficos que tienen que ver con la de– finición de lo sagrado, la compren– sión de la vida y la solución de los problemas de la existencia humana. La religión, es por su naturale– za, un camino institucionalizado ha– cia la salvación. Dado que todos los seres huma– nos se ven confrontados en todas las sociedades con los.problemas de la vida, las tradiciones religiosas re– presentan los intentos humanos por expresar sus hallazgos espirituales y por utilizarlos como recursos para enfrentarse a la vida y sus presiones, confusiones y complejidades. En cuanto a la religiosidad, pue– de decirse que se trata del interés y la participación en actividades reli– giosas. Operacionalmente, puede definirse según el grado de partici– pación de un individuo en los ritua– les religiosos, o como la suma de · las distintas conductas y actitudes juzgadas como religiosas en el seno de un grupo o sociedad. [11] Antxon Aguirre Sorondo: El "estudio de campo" Nota bibliográfica a su última publicación: "Las estelas del antiguo Valle de Dierri (Navarra)", en "KOBIE", Antropología Cultural, Bilbao, 5 (1991), pp. 7-130. Los rituales religiosos son el conjunto de acciones que se reali– zan con significado simbólico, en las oportunidades prescritas por la tradición. Los actos y las palabras que comprende un ritual están definidos con precisión y varían muy poco de una ocasión a otra, si es que lo hacen. La tradición determina tam– bién quién puede realizar el ritual. El ritual se distingue por lo ge– neral, de la ceremonia, en que ésta implica una secuencia de conducta más elaborada, que consiste por lo común, en una serie regulada de rituales. Además, una ceremonia es, necesariamente social, ya que suele involucrar a más de una persona, mientras que el ritual puede ser co– lectivo o individual. Quienes por afición y por voca– ción, ocupando nuestros ratos de ocio, nos hemos entregado al estu– dio de los monumentos levantados antaño sobre el lugar donde se en– terraban a nuestros antepasados, quedamos sumergidos en ese espí- 477

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