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MINETAKO ZOKOA El procedimiento es peligroso y el hundimiento de las galerías puede mezclar obreros con tierras y rocas, originando verdaderas hecatombes. «... La temeridad de los buscadores de ·perlas en el fondo de los abismos es menor que la de estos mineros... ; la tierra es peor que el fondo de los mares, pues hay que sostener los montes con numerosos y potentes piquetes de madera» 42 . Al chocar con rocas duras, en algunos lugares se las desh~cía con fuego y vinagre [Tito Livio cuenta cómo Aníbal se abrió. paso por los Alpes con su comitiva de elefantes, a base de vinagre 43 ], pero, debido a que el humo y el vapor originados ~bogarían a los mineros, se prefiere romperlas en trozos pequeños a golpes de maza y con cuñas de hierro. «Si el espesor es excesivo, se da un rodeo, envolviendo la roca... ». Terminado de minar el monte, a voces y a toque de trompeta se da la señal de su destrucción o ruina; se eliminan desde fuera los piquetes principales que mantenían las galerías y se hunde el monte entero «con un ruido inimaginable y con un viento increíble». Los mineros, victoriosos, contemplan esta catástrofe de la naturaleza con· verdadero estupor. Pero todavía no hay oro, ni saben si habrá. «Para exponerse a tanto peligro y gasto, dice, ha sido suficiente la esperanza de obtenerlo». Acumulado tanto material, se hace necesario montar un lavadero de minerales. Para ello había que conducir suficiente caudal de agua a los flancos de la montaña que se iba a destruir. Plinio llama «cárrugos» a las acequias hechas para toma.r agua de un río y conducirla al depósito general, con la construcción incluso de acueductos y puente, si el relievedel terreno lo exigía. De las ruinas del monte destruido se hace primero una selección a mano, eliminando la tierra inútil, y dice llamarse a este tipo de tierra URIUM, que se corresponde con el URION actual (tierra inútil de los metales) 44 y podría ser otra palabra autóctona de nuestros mineros. Los depósitos de agua se sit~an en puntos de suficiente elevación; se construyen en uno de sus flancos' cinco aberturas de tres pies cuadrados de sección y se cierran con tapones, hasta que esté todo preparado: el estanque lleno de agua y el mineral extendido. debajo de las bocas de salida. Se abren luego las cinco bocas y el agua se precipita con tal violencia que llega a arrastrar trozos de roca. Más abajo, en terrend más llano y de menor pendiente, se preparan «agogae» o canales estrechos, por donde al correr el agua, se lava el mineral, y, de trecho en trecho se van c.ofocando arbustos de ramaje delgado y de fácil combustibilidad, espinosos como el ULEXQ, QUE CITA COMO «arbusto semejante al romarino» (romero), muy aptos para. 42. · Id. Op. cit. Panckoucke p. 50 s. 43. TITO LIVIO. Historia Romana. Libro XXI, cap 37. París, Panckoucke, 1831, tomo 8, p. 98. «...ardentique saxa infuso aceto putrefaciunt», es decir, descompusieron las rocas ardientes con vinagre. 44. Urion: «est genus terrae inutile in metallis». FORCELLINI, Ae. Totius latinitatis lexicon, 1875. [13] 177

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