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VIDAL PEREZ VILLARREAL través de un largo túnel perpendicular al horno y suavemente inclinado hacia el camino vecinal inmediato; también se utilizaba en su construcción la piedra arenisca cuarzosa de la región. Este hueco cilíndrico hacía de cenicero y junto con el largo túnel servía para forzar el tiro de aire necesario para el correcto funcionamiento del hogar o fogón del horno y como desagüe en épocas de lluvia, tan frecuentes en la región; se llamaba a este estrecho túnel auskoa (tiro o fuelle) y podía llegar a tener de cuatro a cinco metros de longitud; para limpiarlo de cenizas se utilizó una vara muy larga provista de trozos de tela sujetos en uno de sus extremos (pedazos rasgados de tela de pantalón o de camisa) y se introducía por la parte exterior abierta al camino vecinal, para rastrear las escorias y dejar la entrada del aire, libre de estorbos; esta vara con su estropajo recibía el nombre de sukoaga. En la parte superior de las paredes de este cilindro-cenicero se construía una pestaña de piedra de unos veinticinco centímetros de anchura; esta pestaña de apoyo, que formaba una corona circular geométricamente perfec– ta, coincidía con el nivel de entrada de la parte inferior del agoa o entrada a la calera (boca). (Fot. 1.ª). El agoa o boca de entrada se construía con material de piedra arenisca de mucho cuerpo, es decir, muy gruesa y compacta, labrándola a la perfección para formar en la parte superior un robusto arco con su piedra clave, que proporcionaría estabilidad y firmeza al conjunto total del horno; su hueco o vano se aproxima al metro de altura, con una anchura de unos 75 cm.; la boca de la calera de Azcain tiene 96 cm. de altura máxima, 75 de anchura y otros 96 de profundidad, dato representativo del espesor de la pared del horno, porque sobre este arco de la boca de entrada comenzaba a ascender la fotografían." l. Entrada a la calera de Achcborroa, agoa. (Fot. F. OndarraJ.

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