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VIDAL PEREZ VILLARREAL las por todos los rincones de la montaña húmeda de Navarra. Me voy a limitar a la descripción y estudio de las caleras de este Valle y Universidad de Baztán, detallando los hornos de cal de uno de sus lugares o pueblos, el de Lecároz, por representar suficientemente en número, forma y tamaño a todos los demás y estar más próximo a mi residencia habitual, el colegio de Lecároz. Caleras del pueblo de Lecároz Trece son los kisulabeak, hornos de cal o caleras que he podido localizar en este pueblecito baztanés; algunos de ellos se hallan todavía en buen estado de conservación, preparados para su inmediato funcionamiento, y otros, totalmente abandonados, han sufrido ya una fuerte invasión de arbustos naturales que con sus raíces van minando y desmoronando las pétreas estructuras de sus seculares paredes. Casi todos estos hornos de cal pertenecieron a familias ricas que cultivaban sus tierras de labor mediante caseros y bordaris. La mayor parte de los caseríos y bordas que hoy jalonan las laderas y rincones de todo el Valle de Baztán, tuvieron este origen; casi siempre el contrato oral entre señor y bordari era para un año y terminaba a mediados del mes de noviembre en la fiesta de San Martín, después de recogidas las cosechas otoñales. Gran inquietud y trasiego supuso este hecho para el bordari baztanés, y muchos se veían obligados a cambiar de amo y señor todos los años, buscando lugares más cómodos para desarrollar su vida familiar y contratos más eficaces para su trabajo. Sea suficiente este retazo para reflejar de forma objetiva la vida social y económica nada halagüeña del bordari baztanés de los pasados siglos. No obstante, aunque los hornos perteneciesen a pocas familias, se permi– tía con suma facilidad preparar hornadas de cal en los mismos a cualquier vecino del pueblo y aún del Valle; la proximidad de la piedra caliza y del combustible o simplemente la de los campos que se querían encalar, eran razones suficientes para llegar al convenio. Había además hornos de cal comunitarios; así, dos de estas caleras del pueblo de Lecároz se hallaban situadas en el collado de Irulegui en las afueras del barrio central del poblado, y pertenecían a la comunidad de vecinos de todo el lugar; se hallaban en las proximidades de un yacimiento o cantera de roca caliza de buena calidad: era la condición básica de todo horno destinado a una producción, si no continua, al menos muy frecuente. He aquí ordenados por orden alfabético, los nombres de las trece caleras o kisulabeak localizadas en el lugar de Lecároz. 1. Acheborroa, perteneciente a la casa del mismo nombre. 2. Anchonea, de la casa Anchonea. 3. Arosteguía, del palacio Cabo de Armería de su nombre. 4. Azcain, perteneciente a las casas Garchitonea y Bordeguía del barrio Arrazcazán. 5. Bagacelayeta, en la subida al monte de Legate. 6. Caracochea, de la casa del mismo nombre. 7. Hualdea, en la regata Lezabe; perteneció a la casa Hualdea. 8. Iñarán, de la casa del mismo nombre, próxima a Arosteguía. 378 [2]

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