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VIDAL PEREZ VILLARREAL Tenía también a su disposición el operario el suko-aga o escoba barrede– ra, con su mango de varios metros de longitud, para limpieza del tiro, auskoa, y el rastro de madera en forma de media luna, adaroa, para el cuidado del pavimento situado bajo la visera o legorra de la entrada a la boca del horno. También se disponía de algunos escobones de retama o brezo y poco más. Iribarren recoge el nombre de barredera para el instrumento destinado a estos fines, incluidos los hornos de cocer pan, y señala que se podían preparar con ramas de determinados vegetales o con trapos y trozos de tela. Abashatar y batashar 8 • 4. Carga del horno Mientras un grupo de vecinos acercaba al horno fajos de leña delgada y las rajas de roble, castaño y haya, otros iban amontonando en la parte superior del horno piedra caliza procedente de la cantera escogida; entre tanto, un grupo de especialistas preparaba la bóveda inferior en la base de la cuba del horno; proporcionaban los peones al maestro hornero piedra caliza de forma y tamaño adecuados a través del arco de entrada y éste las iba colocando ordenadamente, partiendo de la pestaña circular de la parte supe– rior de la base cilíndrica del horno; ascendiendo suavemente y avanzando a la vez hacia el centro, iba completando la bóveda que había de sostener todo el peso de la carga del horno de cal; se servían de piquetes de madera de haya para sostener en su principio la obra y terminaban la operación artesanal colocando en el punto más alto y central de la bóveda una piedra caliza en forma de cuña, que sujetaba con firmeza el conjunto: es la piedra clave o llave llamada en Baztán giltza. Sobre la bóveda así formada se irán echando después desde la parte superior los demás trozos de caliza preparados, y, una vez lleno el horno, se levantará sobre él un amontonamiento cónico de piedra caliza de metro y medio de altura, meta, y sobre el cono se clavará verticalmente una rama de espino de albar como símbolo del término del trabajo preparatorio; sostení– an lateralmente las piedras de la meta con troncos de roble o castaño impidiendo su deslizamiento, usándose para esto las cabezas y nudos de los árboles añosos, tan frecuentes en los bosques donde la explotación forestal se iba haciendo secularmente en forma de poda controlada. (Fot. 3.ª). Terminada la carga del horno, se cerraba el arco de entrada con piedras areniscas planas y gruesas, dejando en su centro una pequeña boca cuadrada de medio metro de lado, por donde se irán introduciendo después los materiales combustibles. A su vez esta boca podía cerrarse también con algunas lajas de arenisca si el viento dominante lo exigía. Previamente se habían colocado bajo la bóveda, entre los piquetes verticales de haya, ramas secas de retama, árgomas y aulagas, otia, destinadas a que el resr.onsable de la hornada iniciase ritualmente la operación de la cocción de la ca , dando fuego a la calera. La mejor época del año para hacer hornadas de cal era la primavera, entre 8. Idem. Op. cit. 390 [14]

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