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KISULABEAK - HORNOS DE CAL bloques compactos en la parte superior, y en medio, entre el collado de Irulegui y el centro del pueblo, calizas blancas y duras muy apropiadas para la obtención de la cal. Siguiendo estas pautas, los vecinos de Lecároz se aprovisionaban generalmente de las calizas de Zaldubia, en la ladera sur del monte Irular de Irurita para los hornos de Anchonea, Caracochea y Achebo– rroa, por su proximidad; además, estas calizas eran excelentes según testimo– nio general, y daban una cal muy suave y grasa; para las demás lo hacían de las bolsas calcáreas localizadas entre el núcleo central del poblado y el collado de Irulegui, en Lecároz, principalmente para la calera vecinal o comunitaria. No todas las capas de piedra de las canteras presentaban las mismas cualidades y los operarios procuraban seleccionar a mano los mejores ejem– plares. El tamaño de las muestras de piedra y su forma no requerían minime– ces ni detalles; tal y como llegaban a la calera procedentes de la cantera, se las iba colocando en el horno, teniendo en cuenta solamente que no fuesen excesivamente grandes y que no tuviesen forma plana, detalles fáciles de conseguir, porque el trabajo de extracción, carga de carretas y del horno, era puramente manual. 2. La biomasa - Aprovechamiento integral del potencial económico de la colectividad Todo el combustible utilizado en las caleras era siempre de origen vegetal, y, excluido el helecho por dar poco calor, mucho humo y excesiva cantidad de cenizas, se echaba mano de cualquier arbusto o árbol lue estuviese al alcance del vecindario: entre los materiales frecuentes en os setos, se recolectaban alisos, avellanos, brezos, saúcos, aligustres, madresel– vas, endrinos (pacharán), zarzas, etc..., y roble, castaño y haya entre los árboles de los bosques. Al limpiar los vecinos del pueblo durante el invierno los setos vivos que delimitaban y protegían sus campos de trabajo, con todo el conjunto vegetal obtenido formaban fajos, zama, atándolos con ramas flexibles de avellano o de variedades de lianas trepadoras, y los guardaban para la primavera en espera de ser útiles a algún vecino que proyectase alguna hornada de cal.José María Iribarren recoge el vocablo bidurri para este arbusto trepador, tradu– cido en otras regiones navarras como ligarza 7 • Cuando alguien de la comunidad decidía preparar alguna hornada de cal, lo notificaba a los demás vecinos y éstos, en servicio colectivo totalmente gratuito, transportaban al lugar señalado por él los fajos que habían ido almacenando durante el invierno. Se procuraba separar retamas, árgomas y aulagas y otros arbustos de fácil combustibilidad, porque servían después para iniciar el fuego ritual del encedido de la calera. Además, podando robles o cortando con los debidos permisos árboles de 7. IRIBARREN, José María. Vocabulario navarro. Pamplona, Príncipe de Viana, 1984, 564 p. [11] 387

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