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VIDAL PEREZ DE VILLARREAL como Arpeko-saindua o cueva de la santa 13 , puente del infierno y hotel del infierno. Alguien ha unido el nombre del puente con la tradición de que el demonio se arrojó desesperadamente desde él al "río, llamado también río Baztán, por no poder aprender el idioma del país (sólo pudo retener los monosílabos «bai» y «ez»). El paso constituía en la Edad Media uno de los primitivos ramales que conducían a los peregrinos jacobeos a la vía principal formada en Roncesvalles hacia Santiago de Compostela. Para la construcción del molino, no hizo falta ni presa, ni cauce exterior de alimentación de la turbina, ni compuerta, ni saetín; aprovecharon un salto de agua :iatural de varios metros de altura, formada por la regata del infierno, y prepararon la base del molino estableciendo un puente de madera de gruesos troncos de castaño, colocados sobre la cascada de parte a parte de la misma. :.Jno de los extremos del puente se inscrutó directamente en la dura roca de la parte izquierda del cauce del río y el otro está apoyado en el talud lateral del arroyo al que da acceso directo al camino vecinal; por cierto, se trata de un camino sumamente estrecho; no puede circular por él carreta alguna, ni las lera típicas del país; el transporte se hacía exclusivamente a lomos de ganado asnal, mular o caballar. El resto de la estructura se hizo casi totalmente· de madera de castaño bien seleccionada, excepto la cubierta superior que está entretejida de piezas delgadas de roble y castaño cubiertas de tejas acanaladas de las tejerías de la región, y dos muros de piedra de sillarejo en los extremos para servir de apoyo al entramado del resto del molino, dándole mayor solidez. Pequeñas ventanas se abren por sus caras norte y sur: las dos primeras se situaron sobra la cascada y las otras dos, frente a la desviación del agua a la turbina, antes de precipitarse en el vacío; el agua saliente se recoge inmediatamente en vistas a un aprovechamiento hidroeléctrico de la Villa de Echalar. (Fig. 2). La entrada al molino situad;i a la parte derecha del cauce del río dispone de una visera protectora de la lluvia para el cliente y a la izquierda de la puerta de entrada al molino, ya dentro de él, se habilitó una pequeña habita– ción con pared de piedra de sillarejo sin revocar, y sin ventana alguna; se destinaba a cocina, comedor y lugar de descanso del molinero; frente a esta rústica alcoba, casi en medio del puente, se montó la máquina de molturar grano, similar en todo a las de los demás molinos del Valle, salvo su tamaño, algo menor. Un ingenioso y sencillo artilugio hacía que el molinero pudiese dirigir a voluntad el agua a la rueda hidráulica o turbina, variando incluso el caudal y pudiendo detener o poner en marcha el molino cuando le viniese en gana. Una segunda puerta ponía en comunicación el molino con la otra vertiente de la regata, para facilitar el acceso a clientes de las bordas inmedia– tas. El trabajo de este molinero no era tan continuo como el de los molinos situados en las cercanías de los pueblos del Valle; el molinero del de Infernu– ko-errota podía retirarse a su domicilio por la noche y algunos días no ponía en marcha su artesanal industria por falta de grano que molturar; general– mente los clientes del mismo se ponían de acuerdo con el molinero para realizar el trabajo en determinados días en armonía vecinal envidiable; al 13. PEREZ DE VILLARREAL, Vida!: Aritzakun y Urritzate. CAN, Pamplona, s.a. 67 p. Véase pág. 51 a 55. 186 [8]

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