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aunque no siempre hayamos respondido a los desafíos que éste nos ha marcado. La tensión que se ha sentido en estos años en la Viceprovincia ha sido una tensión sana, tratando de buscar una fidelidad evan– gélica. Y, aun dentro de esa tensión, se ha sentido .una vida de hermanos. Es digno de hacerse notar el esfuerzo de los hermanos por la implantación de la Orden. Este es un tema que necesita más pers– pectiva histórica para poder hacer un juicio crítico. Constatamos que, en la Viceprovincia, ha absorbido la atención y los esfuerzos más arduos. Los Capuchinos hemos sido vistos como progresistas en el contexto socio-eclesial del Ecuador, no tanto porque como grupo hayamos respondido a grandes desafíos, cuanto por algunos gestos que, aun teniendo poca repercusión al interior de la Viceprovincia, nos han creado una imagen hacia afuera. Pudo contribuir a esta idea, entre otros detalles, el acercamiento de muchos Capuchinos a la persona de Mons. Leónidas Proaño, el cual colaboró con frecuencia en muchos de nuestros trabajos y reflexiones, tanto al interior de la Orden como en nuestro queha– cer pastoral; el Instituto de Antropología Pastoral y el Instituto Nacional de Catequesis, amén de otros trabajos más particulares de algunos hermanos. La costa y la sierra han sentido el influjo de los Capuchinos en los sectores de la educación, de la salud, de la juventud, de los sectores populares. El esfuerzo que hace la Viceprovincia en esta etapa está todavía por valorarse en toda su profundidad y envergadura, pues resulta imposible recoger toda la riqueza de la vida y del trabajo de los hermanos cuando la mayoría de ellos están todavía presen– tes en el lugar de los hechos. 31

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