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-5- San Conrado, bienaventura– do por su pureza. Pureza angélica, pureza bien probada, pureza aromatizada con el calor del regazo de la Virgen, Madre de la pureza. Tal fué la del santo Portero de Nuestra Sra. de Alttoeting. ¡¡Qué bien se sentía él cuando le pedía la bendición para trabajar en la puerta todo el día: y cuando por la noche le entre– gaba las llaves... llamándola Señora, y Madre!! De aquél amor filial a Maria nació el armarse de castidad que notaban cuantos trataban a Fr. Con– rado; sus ojos, sus labios, todo su aspecto era de atracción purísima: era un ángel de los que están destinados a la Corte de la Reina de los cielos. Día séptimo CONSIDERACIÓN San Conrado, bienaventura– do como víctima ofrecida al Señor. El dolor y el sufrimiento no podían faltar al San• to Portero: y no precisamente originados por el trabajo y la enfermedad, sino por la calumnia, la murmuración y la injusticia de los hombres. Pero tal es el crisol donde se purifica el alma del santo: también él fué incomprendido, agraviado por los mismos a quienes hacía bien. Pero sufría por Dios y para Dios: todo era poco para su ansia de probar al Seilor cuan de veras se había ofrecido como víc• tima sobre el altar.
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