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Todo como el Primer día San Conrado, bienaventura– do por su mansedumbre. . Muéhas y muy comprometidas fueron las ocasio– nes que se ofrecieron a nuestro Santo, en las'(jue ttt~ .vo que demostrar eI heroico dominio que tenía so– ·bte sí mismo. Cuarenta años seguidos de oficio de portero en un Santuario celebérrimo, a donde dia• riainente acudieron centenares y millares de pere– gdnos, devotos, mendigos , penitentes, no 'consi:. guieror\,alterar la serenidad celestiaJ::de aquella al– ma endiosada·.Jamás nadie le encontró •displicente, ni sufrfó un mal -modo. El santo sabía poner su vir– Útd en t0do su cóntinente: vivía en la:atmósfera de lo divinio: estaba en paz. San Conrado, 'bienáveíztu– rado por sus lágrimas No podrá entender el mundo !a paradoja evan– gélica de la felicidad en el llanto, tenido como sinó– mo de tristeza y abatimiento espiritual. Pues no, no es asl Aquí está San Conrado sereno y placentero qtwsabe llorar por Dios y por los. hom.bres: que sabe sufrir hondamente con todos los dolofes que se le acercan y lo invaden; y no obstanté vive en medio de consuelos inefables de Dios. Cumple en él lo. que pr9metió, las lágrimas vertidas por Dios son dulces porque s.on consolad.as. por Dios ll]ismo,
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