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-75- dio del Corazón de Jesús y María.» Se justifica a con– tinuación de no haber podido escribirla antes y aña– de: «Solo ahora puedo por fin escribirla. ¡Oh buena hermana mía! No ha podido ser de otra manera .. . Te– nía la más sincera compasión por V., porque habrá es– perado la mía con dolorosa ansiedad; pero para los que aman a Dios todo se les trueca en bien.» Era tanta la opinión de bondad que tenía de ella que aún cuando le habla de sí usa siempre un lenguaje deli– cado: «V. quiere saber, le dice, qué tal estoy yo y yo en cambio quisiera preguntarle qué tal se encuentra V.» Pero; ¡cómo le escribe el Santo de sí mismo y cómo le descubre su corazón! Aquí es donde las tres cartas, escritas con encan– tadora sencillez despiertan sobremanera el interés y arrojan haces de luz maravillosa sobre su vida interior y sobre el amor que arde en ~u pecho. Tenernos que ceñirnos por necesidad a citar solo al– gunos pensamientos. «Mi vida, escribe, consiste en amar y padecer; con– siste en admirar el inefable amor de Dios por nosotros, misernbles criaturas.» Y a continuación añade estos pensamientos y afec– tos de belleza sobre humana: «En el amor de mi Dios no hallo nunca límite y no hay cosa que pueda serme de obstáculo ni oponérseme. Me ·encuentro unido, mucho más de lo que puede expre– sarse con palabras, con mi Amado; y las mismas ocu– paciones que.son múltiples no tienen otro efecto que

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