BCCCAP00000000000000000001227

-64- largo camino para asistir a la misa. Y cabalmente para estar siempre cerca de Jesús y gozar de su presencia eligió la soledad del convento y encontró sus delicias en el servicio de la portería ton Altoetting. Creeríase que obligado a permanecer siempre en aquel puesto y fatigado en las continuas ocupaciones que desempeña, debía vivir distraído y alejado de su amada Eucaristía. Pero no es así. De pronto así lo temió él en un principio. Mas luego halló un remedio excelente. Había junto a la portería un escondrijo, llamado la celda de S. Alejo, bajo el rellano de la escalera con una ventanilla que daba a la Iglesia. ¿Qué más podía de– sear nuestro Sar:to? Cualquier otro lugar no puede com– pararse con aquel. En efecto: en el coro sería visto de los demás y no tendría aquella libertad que da tanto so– siego y alegría al alma fervorosa. Si estuviese arriba, en una celda del convento, no tendría aquel ventanillo precioso a través del cua·J vé el Tabernáculo. En aquel rincón, en cambio, puede orar a placer y meditar y llo– rar sin ser objeto de observaciones indiscretas. Desde allí puede estar durante largo rato con la mirada clava– da en el Tabernáculo donde está encerrado su Amado, hablarle, confiarle sin intermediarios sus dificultades y penas, sus alegrías y aflicciones; puede adorarle, amar– le y estar junto a El todo el tiempo que quiera sin que nadie lo advierta. ¡A buen seguro que no cambiaría aquel lugar por un reino!

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz