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-58- Sea lo que fuere, Fr. Conrado no mira ni considera en ellos más que su pobreza, título suficiente para cau– tivarse sus simpatías y afecto; y socorriendo sus nece– sidades temporales les inspira con delicadeza el senti– miento de las eternas, les dice una palabra que les lle– gue al alma., les habla de los intereses del espíritu y de la vida futura. A veces a las quejas que oye, responde con palabras de consu~lo; otras apela a los eternos argumentos del Evangelio diciendo: -Las tribulacioues se suceden unas a otras en la vida presente y no hay camino que no esté sembrado de espinas. Felices aquellos que saben sufrir con pa– ciencia, pues tendrán una eternidad de consuelo. Mas no todos van por limosnas materiales; muchos solicitan y tienen necesidad realmente de alimento es– piritual, de consejos y oraciones. Una joven postulanta se siente acosada del pensa– miento de volver al mundo. Va a encontrar a Fr. Con– rado: -¿Qué debo hacer? El mundo me atrae, pero com- pre!1do que Jesucristo me quiere para sí. -Sor Tecla-le responde el Santo- tu vocación es ser religiosa. Serás feliz. Y encuentra de hecho una gran paz en la vida reli– giosa. · Una mujer llamada María Aner, muy pobre, piensa un día que para mover a compasión a Dios debe entre– garse a la penitencia, y pi-de en consecuencia un cilici-o a Fr. Conrado, quien le responde:

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