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-52- EI P. Guardián que conoce y admira la virtud del Santo Hermano, le da permiso para hacer bien y soco– rrer a los necesitados en todo lo que se puede. Y Fray Conrado, además de lo que está Jestinado especial– mente para los pobres, apenas los frailes han termina– do su refección, recoge lo sobránte así del refectorio c0mo de la cocina y lo reserva junto a la portería en un lugar a propósito que tiene siempre a su disposición, distribuyéndolo después con santa alegría. El cocinero no ve con buenos ojos esa diligencia del Santo y ese cuidado en distribuir abundantemente comida, y le dice: -Esas son exageraciones, Fr. Conrado. -Son nuestros hermanos-le responde el Santo con humildad-son nuestros hermanos que mueren con fre– cuencia de hambre. ¿Qué hay de malo en que alguna vez puedan regocijarse en nuestra pcrtería con una co– mida abundante? Otra vez es el hortelano quien le hace observado· nes diciendo: -No hay verdura que pueda bastar dando siempre de ese modo. -El Señor-responde Conrado dulcemente-nos da hortaliza en abundancia como lo saben todos; pode• mos por consiguiente distribuirla más facilmente a los menesterosos. Lo mismo dice el refitolero por la cerveza que el Santo da a los pobres. Hay ocasiones en que éstos, queriendo impedir la

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