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-43- El Santo escucha humilde y modesto y a partir de aquel día no va a la huerta a pasear durante la consa– bida hora de descanso. Sus compañeros que en general lo estiman mucho, admiran su conducta, singularmen– te su fidelidad a la observancia regular, a propósito de lo cual dice Fr. Primo que fué compañero suyo: «Fray Conrado nos daba un ejemplo luminoso en la observan– cia de la Regla y Constituciones, aún en las cosas más insignificantes, sin excluir las loables tradiciones de la Provincia y convento. » Ocupado en un oficio que le pone en contacto con toda clase de personas sabe conservar un porte reser– vado especialmente en el trato con mujeres a las cuales no deja de dar lecciones cuando se presenta ocasión. Un día ~e le presentan tres muchachas, dos de las cuales modestamente vestidas y la otra vanidosa y mun– dana. El Santo que aborrece la indecencia del vestido, le dice sin mirarla siquiera: -Vístase un poco mejor, que ern no está bien con una monja. Aquella joven no solo se hace más modesta sino que entra realmente monja. Pero hora es ya de hablar más deteniaamente de las virtudes principales del portero, las que el Santo ejercitó cumplidr.1mente, a saber: la prudencia, la pa– ciencia y la caridad. Los frailes que en gran número están ·empleados en el servicio del santuario y del pueblo se ven obligados a entrar y salir continuamente. Fr. Conrado está allí,

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