BCCCAP00000000000000000001227

-42- No es raro el caso en que alguno de entre la turba habla en términos encomiásticos y admirativos del Sier– vo de Dios que se turba de ello y aun a veces mira mal– humorado al importuno panegirista. l)el prof.undo sentimiento de humildad que guarda en su corazón, dimana el concepto de _su pequeñez e ineptitud; por eso .también considera a los demás como mejores que él y se guarda bien de revelar sus defectos. Se muestra delicado con todos y procura obedecer aun a sus iguales pensando en el ejemplo que dió de ello el divino Maestro. Y como quiere a toda co~ta ser humilde se esmera en ser muy obediente. No en vano ha consignado en sus propósitos de la profesión «se– guir rigurosa y puntualmente las órdenes de la obedien– cia, cuidando de contrariar en todo su voluntad.» Por consiguiente, apenas el superior manifiesta su voluntad el Siervo de Dios comienza a ponerla en práctica, a pesar de que esta obediencia exige a veces no peque– ños sacrificios. Tiene obligación de estar desde la mañana hasta la tarde en la portería, exceptuada una hora después de la comida en la que se concede pasear en la huerta don– de recita el santo rosario. Un día el P. Guardíán tiene necesidad de él y va a buscarlo durante esa hora. No encontrándolo en la portería se inquieta y no bien da con él le dice ásperamente.: -Fr. Conrado, eso no está bien! El portero no de– be faltar nunca de la portería , siem¡:,re pronto a todo lo que se le ordene.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz