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CAPITULO VI El portero r. Conrado está en su puesto, en la porte– ría, resuelto a desempeñar bien su nuevo oficio con humildad, caridad, prudencia y paciencia, y sin perjuicio de atender cui- dadosamente a las demás obligaciones de su estado. De aquí en adelante, además de los religiosos, ten– drá que tratar con toda clase de personas que vengan de cerca o de lejos a visitar a la Virgen, ya sea para confesarse o para cumplir los votos ofrecidos, ya tam– bién para recibir bendiciones y consejos y hasta limos– nas. Hombres y mujeres, adultos y niños, artesanos y campesinos, hombres de ciencia y sencillos labriegos, eclesiásticos y seglares estarán en constante trato con él. Y él estará allí para recibirlos, dar oidos a sus ne– cesidades, responder y satisfacer a sus preguntas. Fr. Conrado está plenamente convencido de que para desempeñar como es debido el oficio de portero

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