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-38- Ni siquiera entre los frailes causa sorpresa ese he– cho. Saben muy bien, es verdad, que las reglas de la Orden exigen que sean nombrados para la portería los más anciancs y virtuosos, puesto que hay que tratar con tantas personas, sobre todo en A.ltoetting donde nunca falta un concurso de gente que sorprende, don– de cada año van más de trescientos mil fieles para con– fesarse y comulgar, donde hasta los príncipes y mag– nates suelen llegar no pocas veces para venerar a la Virgen. Mas por eso precisamente se escoge a Fr. Conrado. Todos conocen su virtud nada común y están persuadi– d0s de que, lejos de descuidar sus deberes, sabrá ejer– citar allí con el ejemplo y la palabra-un apostolado fruc– tífero. Dios es quien inspira a los superiores y la Virgen dirige su pensamiento. Fr. Conrado desempeñará du– rante 40 años el oficio de portero en aquella casá don– de la Sma. Virgen ha de hablar por su conducto a tantos fieles y les ha de instruir en el camino de la salvación. Fr. Conrado se sorprenderá por ese destino. Es apenas profeso. ¿Cómo es designado, pues, para un oficio tan delicado e importante? Pero luego piensa así: «Es la buena Madre del cielo que viéndome débil y va– cilante en la virtud me quiere muy cerca de sí, para que sea generoso en imitar sus virtude;, y seguir su ejemplo. De aquí saca motivos para animarse más y más a la vida interior, para desempeñar con mayot diligencia

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