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-31-· mismas obras buenas como h~chas de mala gana y por respetos humanos; y alguna vez llega hasta negarle la sagrada Comunión. El pobre novicio, de rodillas, con ias manos juntas. y los ojos bajos recibe humildemente las reprensiones y desprecios. Hay ocasiones en que siente vivamente la brusquedad y la aspereza en el modo de corregir y en su interior aparece alguna sombra de melancolía. Pero la reprime al momento. -¿Qué?-se dice a sí mismo levantándose para ir a otro lugar-¿qué? ¿Por ventura querrías recibir elo– gios y caricias como Íos nifios? Toma más bien estas. reprensiones. Más merecerí~s-estás convencido de ello-y sin embargo quisieras quejarte de este trata– miento. Y con esto se humilla y aceptando con paciencia los reproches del P. Maestro se esfuerza por sentir agra– decimiento a él. . Así avanza rápidamente en el camino de la cristia11a y religiosa perfección y adquiere un gran dominio so– bre sí mismo. Refrena las pretensiones del egoismo y se aficiona a la obediencia y humildad. De esta suerte su alma se enseñorea de las pasiones y el Espíritu del Señor transforma su corazón. La vida religiosa es riioie~fa para quien quiere go'." bernarse por su propia voluntad; pero dulce, tranquila y amable para el que sabe negarse a sí mismo. El secreto del éxito de Fr. Conrado en el noviciadó– consiste ante todo en abandonarse lleno de confianza al

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