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=-24- dos en el trabajo, piensan eq ponerle precisamente a él al frente de la hacienda, rogándole insistentemente pa– ra que acepte. Juan para defenderse cree llegado el tiempo de ma– nifestarles su pensamiento y la resolución tomada. Aun cuando todos en la familia Binrdorfer estaban ya persuadidos de que Juan abrazaría la vida religiosa, quedan sin embargo impresionados cuando él se loma– nifiesta. Le aman demasiado y su admiración y afecto nunca han tenido mengua. Saben de cuánta monta ha sido su participación en les trabajos en el Venus, y no pueden por consiguiente quedar indiferentes ante aque– lla decisión. No le oponen sin embargo dificultades, an– tes favorecen sus deseos y le ofrecen sus servicios pa– ra todo cuanto pueda facilitar la rea!i3ación de sus anhelos. Juan, cercenando demoras y decidido sin más a ser cuanto antes capuchino, queriendo seguir en todo et ejemplo del P. S. Francisco, destina la mitad de sus bienes para el cementerio de Weng donde descansa ti sus padres, y la otra parte a beneficio de los pobres. Acto seguido en Septiembre de 1849, a la edad de 31 años, se presenta al Provincial de los Capuchinos de Altoetting y pide ser admitido entre los hijos de San Francisco. - Se fija el día de la toma de hábito. Se prepara con la oración y la penitencia. Llegada la víspera de la separación d_-'\ su familia, reune a todos en torno al altar de su habitación (donde

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