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-8- todo allí se inspira en su ley y todo se ajusta a su divi– no beneplácito. Gertrudis, su buena madre, no da otra doctrina a sus hijos ni los educa con otros métodos que los tradi– cionales en las familias crist ianas. No se inspira sino en la Iglesia, en el Evangelio y en las predicaciones de su párroco. Y eso dice y repite a sus hijos cien veces y cuantas es menester. -Sed temerosos de Dios-les alecciona la buena mujer-y será vuestra riqueza, en esta vida y en la otra. Todo pasa, todo acaba. Feliz aquel que sabe obe– decer fielmente a los preceptos del Señor. La buena madre sabe tocar suavemente las cuerdas más delicadas d,~sus corazones, sabe apartarlos de las innumerables seducciones e ilusiones de la vida, ple– gándolos a los grandes intereses del espíritu. Para ella ninguna cosa tiene valor real, si no está iluminada por la fe y la luz de la eternidad. Y por eso cuando se po– ne a hablar consigue excitar el interés de sus hijos y mantiene despierta su atención. Así los hijos crecen dóciles, timoratos, piadosos. La familia posee una vasta hacienda, llamada Ve– nus, de 125 yugadas, en aquel valle fertilísimo y en– cantador de Rott, donde parece florecer la poesía, aún entre los hielos y la nieve del más crudo invierno. Además de esa vasta posesión tienen vacas, caba– llos y sirven en la casa algunos criados afectos a ella. A pesar del número de hijos y sirvientes, en esta casa reina solemnemente la paz. Y al obscurecer, cuando

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