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86 Vida del P. Adoain IV En esta misión sucedieron dos casos de amancebamientos en los cuales resplandece la divina Justicia, así como en los de Morón brilló su infinita misericordia; éstos, al igual que aquéllos, si bien por diferente motivo, contribuyeron a confir– mar la misión de tan infatigable Apóstol y a darle nuevo~ alientos en sn laborioso ministerio viendo que Dios venía visi– blemente en sn ayuda. Fué el uno que un amancebado que no legitimó canónicamente su unión, resistiéndose sin duda a las amonestaciones y sermones de los Misioneros, murió es-– tando en el lecho del crimen con su amante. El otro, que esta misma mujM, lejos de mirar esta hág·ica muerte como un castigo de Dios y como un aviso para que saliera de su mal estado, se amancebó con otro. obstinándose en seguir su mala vida, pero a los pocos días de sus criminales relaciones, tuvo la misma muerte que el anterior, mnl'iendo en brazos de su galán. He aquí lo que su compañero, el P. IJurrius, escribía sobre las precedentes misiones y sobre sus felices resultados, lo cuat confirma en pocas palabras cuanto habemos dicho: «A los 20 de Mayo, decía, ya salieron dos de nosotros a abrir la santa misión en la , illa del Cobre, a 4 leguas de esta ciudad, y a los 24 del mismo mes abrimos la santa misión en el pueblo del Caney. »Tanto la misión del Cobre como la nuestra tuvieron efecto muy satisfactorio y mucho más por haberse coronado las dos misiones con la administración del santo Sacramento de la Confirmación y la Pastoral Visita de S. E. l., quien, con su acostumbrado fervor, en pocos sermones confirmó lo que nos– otros habíamos hecho en muchos ... Seg·uimos unos y otros dando segunda y tercera misión en otros pueblos (o puntos, porque muchas veces la dábamos en casas ele campo, como di– ríamos en Cataluña, en las cuales se reunían todos los de los alrecleclores). Si no crecía siempre el auditorio , se acrecentaba a

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