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-82 Vida ifol P. Adoain cuarto de la noche. La multitud de mulos y caballos que .acampaban en la campifia que rodeaba a la Iglesia, daba .a aquel lugar el aspecto de una feria. El Capitán Pedáneo, del partido de Morón, presentó una lista de los amancebados que había en su distrito, en número de ochenta y siete, sesenta de los cuales dejaron su licenciosa vida para contraer matrimonio, separándose otros muchos de sus concubinas, lo cual nos manifiesta elocuentemente los frutos de esta misión. El día 3 de Julio se celebró el ternísi– mo y consolador acto de recibir la Sagrada Comunión los niños de ambos sexos que habían sido convenientemente ins– truídos y preparados por los Misioneros, con lo que se dió por forminada esta misión. Las comuniones fueron 1,010. :tifas aunque se terminó la misión, no por eso se concluyó el fruto de la misma, sino que continuó aun después de haberse ausen– tado los Padres. Ya hemos visto que la casi totalidad ele los amancebados salieron de su mal estado, casándose o separán– dose, pero desgraciadamente, aun quedaron algunos pocos a quienes no pudieron los Misioneros convertir. Dios, en su infi– nita misei·icordia, se encargó el e llevar a cabo lo que no pudieron sus ministros y onviados, como se ve en los dos -casos siguientes, en los cuales, al menos por sus buenos •resultados, no podrá menos de verse la mano de Dios, ya que no nos atrevemos a afirmar que fueran milagrosos. Fué el primero que a dos amancebados que se habían resistido a las exhortaciones de nuestros Misioneros y a sus predicaciones, les cayó un rayo en la cabecera de la cama, en ocasión en que ambos estaban acostados, con un niño que todavía estaba sin bautizar, y apesar ele haber roto el caba– Hete de la cama y una viga de la habitación y haberse incen– diado la casa, no causó el más mínimo daño personal a ningu– no ele los tres. Ellos tuvieron este caso como milagroso y como un aviso del cielo, y fué tal la impresión que les causó, que corrieron a legitimar su unión, casándose, y a bautizar a su hijo, como lo verificaron. El segundo caso, referido también por nuestro P. Esteban

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