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Sii ctpostolctclo en Ciibct 81 vez en su vida. ¡Quién podrá explicar el placer y la alegría que sentiría nuestro celoso misionero! Viendo que la iglesia era pequeña para tanta gente, determinaron hacer dos comu– niones generales. La primera se celebró el día de San Juan. Entusiasmados aquellos campesinos de ver tanto concurso, y al oir un discurso relativo al acto que se iba a realizar, se prosternaron con gran fervor para recibir por primera vez aquel Maná celestial, cuya suavidad nunca habían gustado . El tiempo mejoró por algunos días, cosa por cierto bien rara, pues estaban en la estación de las lluvias , que en Cuba es en los meses de Junio, Julio y Agosto; secáronse los caminos, y debido a esto , el concurso fué tres veces mayor que lo había sido hasta entonces. Aquellos corazones que tanto tiempo habían permanecido insensibles a la gracia, se reblandecieron como la cera, y derramaron abundantes lágrimas de dolor y arrepentimiento de sus pecados, corriendo todos como a porfía al tribunal santo ele la Penitencia, ele manera que tuvieron que emplear doce y catorce horas diarias en la tarea del c0nfesonario . Finalmente, se señaló el día 29 de Junio, festividad de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo , para celebrar la segunda Comunión general, y se anunció para la tarde de este mismo día la función de despedida y la Ben– dicio'n Papal. Si la primera Comunión general fué ele gran satisfacción para nuestro misionero, al v1w que el número de hombres que se acercaban a la Sagrada Mesa fué mayor que el ele las mujeres, al revés de lo que ordinariamente suele suceder, no fué menor el g·ozo que experimentaron en esta segunda al ver la gran multitud de personas de ambos sexos que se acercaban a comulgar. Como el acto de la Bendición Papal era un acontecimiento enteramente nuevo para ellos, porque nunca la habían recibido, ni habían visto ni oído hablar de semejante cosa, una santa curiosidad y deseo de recibirla, juntamente con el deseo de escuchar por última vez a los misioneros, fué causa ele que todos se apresuraran a asis– tir a este último acto. La función, que fué solemnísima, empezó a las seis de la tarde y duró hasta la.s diez menos 6
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