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Sii apostolaclo en Cuba 75, Cuba, la cual servirá para que puedan apreciarse mejor los– trabajos llevados a cabo por este apostólico varón. Dice así (1) : «Cuba, la isla más hermosa que vieron ojos humanos , fué descubierta por Colón en 1492. A los nombres de Juana y de Fernandina dados respectivamente por el descubridor de ella y por Veláquez, que acabó ele conquistarla, prevaleció e1 nombre de Cuba-con que ya de antiguo la llamaban los natu– rales. Aunque tan pintoresca y tan fecunda en ::oclo género de producciones , fué hasta fines del pasado siglo la más infortu -– nacla ele nue:,;tras Colonias Americanas. »La población indígena, merced a un conjunto de desfavo– rables circunstancias, fué poco a poco decreciendo, y los ex– tranjero,,; que en busca de aventuras smcaban los mares , mirábanla como lugar de paso para el Nuevo Continente. Para, repoblarla se acudió, en mal hora, al tráfico ele los negros, los. cuales, arrebatados inhumanamente de los costas (del Africa), africanas, eran vendidos en püblico mercado en la capital de· la monarquía lusitana, y de allí, cual vites mercancías, haci– nados en lo hondo de los buques, se les transportaba al Nuevo Mundo, para servir como esclavos a sus conquistadores . Por este ünico medio, la abandonada Isla de Cuba fué a la verdad, ganando en brazos qne la hiJieron :florecer, pero descendió no– poco en el orden moral y civilizador, en la honradez de cos – tumbres, en hidalguía y nobleza de sentimientos y en todo lo que concurre a formar el alma y la vida de la humana socie– dad . Cuando en 1655 cayó Jamaica en poder de los ingleses, 8,000 españoles fugitivos se acogieron a Cuba, pero su prin– cipal incremento t'ué debido a la pérdida de nuestras Colonia& americanas, a causa ele los muchos que allá acudieron para conservarse fieles a la metrópoli . Mas si por estas y otras cau-– sas se repobló la abandonada Isla, de tal suerte, que no con– tando en 1774 más que con 173,620 habitantes, en 1846 ascen– día ya a cerca de un millón su número, perdió, por otro lado , muchísimo la pública moralidad , porque los hombres que afü (1) Vida del P. Claret, tom . I, pág. 385 y sig.

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