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Sii apostolado en Ciiba 7:t todos y en especial del capitán, en tanto grado que, no obs– tante estar afiliada toda la tripulación, con su capitán a la ca– beza, a la secta de los cuáqueros o tmnblones, una de las mu-– chas sectas anglicanas que fué desterrada a América, donde· aun hoy se conserva, tratóle aquél con tal deferencia y consi– deración, que le cedió su camarote, le sentaba a su misma. mesa, y tenía con él otras atenciones, como la de darle vino• en la comida, siendo así qne dicho señor se abstenía de esta bebida por pertenecer a la sociedad de la «Templanza», fun– dada con tanto éxito por el P . Mateo, célebre capuchino, irlandés. Después de una feliz travesía arribó a la Habana el día 24 del mismo Enero, totalmente restablecido y libre ya, de sus molestas calenturas. Dirigióse al Convento de San· Felipe, que en tiempos anteriores había sido de nuestra Orden;. pero como el Gobierno se había apoderado de casi todo el, edificio, no encontró celda alguna que estuviera desocupada , si bien el P. Jacinto de Peñacerrada, capuchino también, que más tarde, el año de 1867, fué preconizado Obispo do la Haba– na, y que vivía a la sazón en la parte que quedaba libre de la· casa, le cedió un rincón, hasta que encontró alojamiento, mejor en el convento de San Agustín ele los PP. Observantes, en cuya compañía vivió muy bien . Empezó al punto a. hacer sus gestiones y p1;esentóse al señor Roncali, Capitá11 General de la Isla, y al Conde de Vil!anueva, Intendente Ge– neral, manifestfodoles el objeto de su llegada a la Habana,. que no era otro, como hemos dicho, que el ele buscar una casa. de refugio para los capuchinos misioneros que estaban en Venezuela. Lo mismo hizo eon el señor Obispo ele la Diócesis,. y todos ellos se alegraron muchísimo y acogieron muy bien el proyecto de la fundación del Colegio ele Misioneros, con– fiando que había de reportar grandes bienes para la mora- – lización de la Isla. Cediéronle un convento que había sido de los Recoletos franciscanos, en la ciudad de Guanabacoa, y 1()., arregló del mejor modo que pudo para que pudieran habitar en él algunos religi 1sos. Lleno de gozo, como puede supo– nerse, por haber llevado a cabo su empresa con tanta felicidad ;-

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