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Su apostolado en Venezuela 63 fo sabía hacer, fuéronse agravando tanto, que estuvieron .a punto de perder la vida, lo cual seguramente habría sobre– venido, a no, haberlos aliviado una india, la cual, con un bre– baje de raíces de yerbas que arregló para los calenturientos, consiguió que disminuyese la calentura y sintiesen algún ali– vio. Cuales fuesen los sentimientos de este santo misionero en aquel terrible trance, lo vemos en sus manuscritos, en los que dice que ambos deseaban morir y adelantarse el uno al otro, y que pedían a su Seráfico Padre San Francisco que se dignase llevarlos en su día; mas afortunadamente no sucedió así. El día 4 ele Octubre recibieron un oficio del gobernador ,de la provincia mandándoles abandonar la misión y trasla– darse a Achaguas o a otro punto cualquiera. ¡Ay! ¿,Quién podrá describir el sentimiento de esta naciente Iglesia al ver que iban a ausentarse sus Padres en la fe, e iban a quedarse huérfanos y abandonados como antes? Desconsolados y con lJgrimas en los ojos al considerar que quedaban esclavos de cuatro malvados, exclamaban: «¡Ah! infelices de nosotros, ya nos vamos a los bosques! ¡Ya no queremos nada con el Go– bierno, ya no le creeremos mús, pues nos ha engaüadvl>> En vista de la orden recibida, y también para ver si con– seguían restablecerse de su quebrantada salud, calenturientos como estaban, emprendieron a los dos días su marcha embar– •cados en una canoa dirigida por indios, y llegados a casa de una persona amiga, permanecieron aquí quince días, en los cuales no les fué posible tornar el descanso que necesitaban porque de todas partes acudían a ellos los indios del contorno a casarse, confesarse y ser bautizados. Tampoco aquí cesaron las fiebres, por lo que volvieron a embarcarse para Achaguas, en cuyo viaje sufrió nuestro P. Esteban innumerables tra– bajos, no sólo por la fiebre que le desazonaba, sino también por los excesivos calores del día y por la plaga ele mosquitos por la noche. Llegados a Achagnas, comenzaron a tomar nlgunos remedios, con los cuales sn compañero se restableció muy pronto, pudiendo recog·er aún los frutos obtenidos en la misión que allá habían dado hacía año y medío 1 pero la enfer-

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