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Sii apostolado en Veneziiela por una botella de aguardiente vendían a veces, c~tando em– briagados, el trabajo de un año, y que los comerciantes, hasta la llegada de los Misioneros, con frioleras de n:ngún valor los engañaban y se hacían ricos. Era tan buena la disposición en que se hallaban las tribus todas de indios, que se propuso proporcionarles vestidos a cambio de dos hamacas que cada familia debía presentar, y a este fin emp1·endió el viaje a la capital Achaguas embarcado en una canoa que era gobernada por tres indios. El día l.º de Agosto salió del Palote y llegó a Achaguas el 6 del mismo. mes navegando por el Arauca. Presentóse al Gobernador a quien dió cuenta del estaclo en que se hallaba la Misión, de la . buena disposición ele los indios y del fin que le había llevado– ª Achaguas y de allí a San Fernando, que no era otro sino el de hacer una compra de ropas y de varios objetos para estable– cer un depósito en el Palote, del cual se podrían proveer los indígenas a un precio equitativo, impidiendo de este modo la explotación de los mismos por los comerciantes que allí acudían. El Gobernador alabóle mucho sn celo por la civiliza- • ción de los salvajes; pero ¿tuvo algún feliz resultado esta, alabanza~ Todo lo contrario. Estaba reposando el cansado Misionero para continuar su viaje a San Fernando, cuando al poco tiempo el Goberna<lor le mandó con su eseribiente cuatro oficios del Gobierno de la República. En el primero, que lleva– ba la fecha del 28 de Junio, daba las gracias a nuestro Misionero por el ardiente celo que desplegaba en la reducción y civili– zación ele los indígenas. En el segundo, de la misma fecha,. mandaba al Gobernador ele la provincia del Apure que les proveyera de un molde para hacer las hostias para la misa. En el tercero, ele 12 ele Julio, ordenaba el Supremo Gobierno que los Misioneros prestasen el juramento por el que queda– ban obligados a sostener a todo trance la Constitución y las demás leyes de la República, y además a tomar carta de natu– raleza en la misma, y que de no hacerlo así, estaban obligados a reintegrar a la nación todos los gastos ele transporte desde Europa hasta la misma República, y, por último, a salir de-

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