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f:fa cipostolado en Venezuela 57 náuseas de comerla, y las frutas silvestres del país, lo >cual ·sin duda fué la causa pt·inc·.ipal de la enfermedad que al,poco tiempo le oblig·ó a abandonar aquella misión. Los indios les qui– taban las pocas esperanzas que aün tenían de gt:.e el Gobierno Jos favoreciese con recursos, diciéndoles que los tenía aban– ·donados y que engañaban a los misioneros, leng·uaje muy sensible para éstos . A pesar de lo cua:, el Sefür llenaba sus almas de grandísimo consuelo , ya por las g·rac:as que derra– maba sobre ellos, ya también por la suj-~ción y docilidad que manifestaban otras tribus. El mismo misionero dice en sus manuscritos que se hallaban entre aquellos rnlvajes y en aquellas vastas soledades con la misma alegría 7 tranquilidad de espíritu q ne en el santo retiro del Convento. A los dos meses de su estancia entre los salvajes, se le pre– sentó un tal Francisco García, enviado de los indios llamados chiricoas, salvajes anfropófagos, que siempre tuvieron odio mortal a todos los blancos o ci vilizacos, de manera que si alguno entraba en el lugar donde ellos habitab:rn no se esca– paba de .una muerte segura, y se comían después su carne -en sabroso banquete. Este enviado n:.anifestó que venía a presentarse a los misioneros por orden de esta errante y salva– je tribu ele indios ferocísimos, para hacerles saher que si hien -era verdad que nunca habían admitido en sus dominios misio– nero alguno, ahora, en cambio, estaban muy dispuestos a •entrar por el camino de la civilizaciór,_ y a po::::terse bajo las ·órdenes de nuestro P. Esteban. Esto alentó grandemente a nuestro celoso e intrépido Misionero y le hizo concebir espe– ranzas muy halagüeñas de fundar una porción d~ pueblos, por -ser muy numerosa esta tribu, hasta entonces te-talmente des- -conocida. Como este García sabía el español, el yaruro, el mohinero, -el utomaco y el chiricoa y les podía servir de mucho su coope– '!'ación, le nombraron Gobernador de los chiricoas, ordenándole -que, en calidad de tal, pasase a donde estaban ellos y les man– ,dase cortar y preparar la madera para formar :as casas y los pueblos, y que después de pasado el invierno 1 irían a visitarlos.

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