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56 Vicla clel P. Acloain tes sus ventajas, les decía, acomodándose a sus ilusiones, que después que aprendiesen a leer, escribir y sacar cuentas, los .harían g·obernadores, jueces, capitanes, etc. y que llegarían a ser como los blancos y podrían ir a Caracas. A las mujeres decíales que les darían Yestidos para que fueran elegantes, que las enseñarían a coser, hilar, hacer la cocina y otras cosas propias de su sexo, al igual que las blancas, todo lo cual iban escuchando con tanta atención y con tales muestras de contento, que como fuera de sí mismas decían: «Tiene razón nuestro Padre)> . Los que sabían alg·o el español sabían decir: «Nuetro Pae, nojofro siempre etaremo obediente a Uté». Todo esto, y el ver que si alguno ele los racionales casti • gaba a los indios, el misionero salía a su defensa e impedía que fuera maltl'atado por ellos , les hizo conocer por experien– cia que con ning·uno les iría tan bien como con el Padee; así es que de todas partes corrían los pobrecitos con sus gobernado– res y corregidores a la cabeza a presentarse a los Pad1·es para implorar su apoyo. Al poco tiempo tenía conquistadas más de 300 familias, las cuales se pusieron a su disposición, por lo que dió orden a todos los corregidores y capitanes para que cortasen madera a fin de formar tres pueblos, el primero en el Palote, junto a! río Arauca; el segundo en Oorocoro, junto ~l río Cunabiche, y el te1·cero en Babandul, junto al rfo Cor– eanaparo, pues como estos ríos eran abundantísimos en pescado y navegables, podían proveerse con facilidad del sustento ne– cesario y comerciar también entl'e sí, y aun con otros puntos. IV Grandes fueron las privaciones que experimentó el Padre respecto a su manutención, pues como el Gobierno no les envia– ba recm·so alguno de víveres, ni de dinero, como les había prometido y era absolutamente necesario para no sucumbir, su alimento se reducía a pan de cazabe, que valía muy caro, un poco de arroz, que compraron al salir de Acha,quas para la mi– sión, y por mucho regalo, un poco de carne salada, que daba