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Sii apostolado en Venezuela 47 desesperarse. Hay otro llamado carobe; es pequeñito, pero 'basta que uno de ellos le pique al hombre para que se reunan miles de ellos, y en menos de diez minutos, lo dejen en esque– leto. Lo que más admira al hombre pensador es el temblador, también acuátil; éste tiene una fuerza eléctrica, de modo que basta que uno lo toque (aunque sea con una vara) para que todos los que a éste le siguen, tocándolo, principien a temblar · y caerse en tierra. Cuando Morillo fué al Apure, no quería •Creerlo, hasta que hizo la experiencia con una compañía y los vió tendidos por el suelo. Esta fuerza la pierden después de muertos: la carne es blanquísima y he visto comían al tem– blador. El terreno nada tiene de pintoresco, por ser todo llano como una sala. Tampoco tiene serranías, sólo sí el grande bos– que de San Camilo, que linda con la Nueva Granada, es toda tierra virgen. Hay muchos animales dañinos, como el tigre, el tigrito, leopardo y el oso, pero es más chico que el de Europa. El tig1·e hace mucho mal en el ganado vacuno, y aun suceden muchas desgracias con los hombres en caminos no frecuen– tados. Los animales de caza son muchos, en especial el venado y el baquizo, se encuentran a cada paso y en grandes rebaños. Hay un animalito llamado mapurito, que cuando se ve aco– sado por el cazador o del perro, suelta un gas mefítico, y con esto ahuyenta al cazador, al perro y a cuantos se presenten, porque en el radio de una buena milla, nadie puede aguantar su olor pesado. También hay otro que llaman rabopelado, este rabopelado lleva al pecho una bolsa, donde mete sus hijuelos y se mantiene con las gallinas gordas: he visto que llevaba hasta ocho hijos en su bolsita. Hay una infinidad de aves, como la gasia, gasia morena, y g·asia blanca; se dejan ver en las orillas de los ríos como rebaños de ovejas, tienen un pico muy largo y se mantienen de la pesca. El pato real es el más gustoso, muy parecido al pato casero: el güirigüire, que es como un gallo, es también muy bueno: el zamuro es como el cuervo, pero es muy asque1·oso; hay pena para que nadie los mate, porque limpia las calles y solares de toda inmundicia, mejor que una escoba. Hay miles ·de loros y periquitos que

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